Thursday, December 19, 2013

LOS PEQUEÑOS TSUNAMIS

Dicen los marineros que los tsunamis (esas olas gigantes que lo destruyen todo a su paso) no se ven a mar abierto y sólo revelan su naturaleza pocos cientos de metros antes de descargar su furia en las playas llenas de desprevenidos.

A veces la existencia es así: imprevisible, con desastres a la vuelta de la esquina que sólo asoman su existencia cuando no se puede correr lejos ni apartarse de ellos.

Son olas cotidianas para las que nadie está entrenado a sortear. Sólo vienen y lo estrellan a uno contra la arena.

Podemos culparnos de no haber visto venir el desastre, podemos hacer como si todo fue un acto de la coincidencia entre casualidad de la que somos impotentes testigos.

Sin embargo, pienso algo distinto. Vemos la ola venir, con su nube de espuma avanzando hacia nosotros. Quizá la miramos con fascinación. Probablemente incluso caminamos hacia ella con una mecla de curiosidad y miedo. El barrunto del desastre nos llena de ganas de vivirlo pero al mismo tiempo de salir corriendo de él.

El desastre es, pues, algo inevitable. A veces queremos correr, salir volando. Pero es imposible. Miramos aproximarse el infortunio, pero no hacemos algo para impedirlo. Al contrario, lo único que hacemos es mirar.

Y mirar

Y esperar.

Thursday, October 31, 2013

LUGAR INCORRECTO

Vivimos bajo la tentación perenne de añorar los tiempos idos. Soñar cuando las cosas eran más puras, los sentimientos auténticos y las canciones nacían del corazón y no del condenable dinero.

No pienso tales cosas. Sin embargo recuerdo muy buen aquel mal lugar. Un amigo me llevó en alguna fecha de juerga que no recuerdo. Como todos los sitios de esta naturaleza, era lugar sólo para iniciados; ubicado en el sótano de un edificio, en realidad parecía una bodega sin más pobladores que fantasmales meseros y botellas en labios de letras consonantes.

Me enamoré de ese sitio (porque no podía llamarlo de otro modo).

Era el único sitio donde podía poner mis ideas en desorden, con la paz de que nadie me preguntaría nada de lo que estaba haciendo allí. Porque podía llegar sólo e irme sólo un par de horas después, luego de haber tomado una o dos cervezas y conversado (si me apetecía) con alguna letra que brillara bajo la luz negra.

Conocer a la gente que habita los rincones de la madrugada siempre me proveyó de sorpresas y alegrías. Hubo charlas de lo más sublime a lo más profano. Amistades que llegaron y se fueron. Vidas que alegraron momentos de la vida y se apagaron con el ir y venir de lo cotidiano.

Años pasaron. Y apenas me entero que tal sótano ya no es más. Devorado por los nuevos aires de nuestro tiempo. Por la moralidad laica de nuestra época y porque es el destino de lo clandestino: ser borrado apenas llega la luz de una nueva época.

Quizá volverán estos lugares a existir. Quizá no. El mundo cambia sin que nos pida licencia de construcción. Sin embargo, en el mundo de mis recuerdos, siempre estará el sótano recibiendo mis silencios, calmando mis pesadillas y brindándome un saludo sin gestos ni más requisito que unos pesos embotellados.

Sunday, July 28, 2013

LUZ FRÍA

Me lo contó mientras mirábamos el techo y afuera llovía: habían matado a su primo. Como suele suceder con tantas historias de nuestro tiempo, las causas eran confusas, pero el patrón similar: un hombre joven sale de un baile con unos tragos encima. No llega a casa y días más tarde las autoridades descubren el cuerpo en un canal a cielo abierto.

Es, en cierto modo, la misma historia leída en los diarios y visto en la televisión una y otra vez: padres desconsolados, familiares sorprendidos y amigos que declaran sorprendidos que no tenía enemigos ni hiciera algo raro.

Sin embargo hay una diferencia. Me cuenta la historia bajo la penumbra iluminada apenas por el televisor sintonizado en algún canal olvidable. Me la cuenta de manera triste y monótona con voz murmurada, como quien hace cuentas de memoria, apenas entreabriendo los labios.

Me platica el colofón íntimo: una madre devastada y enferma por la pérdida; una familia que pierde al único vástago sin apenas haber llegado a la veintena de años. Sueños de terminar una carrera y una novia que según sospechas que más suenan a búsquedas de una explicación, podría ser helena de troya en un barrio periférico de la ciudad.

Mientras me abraza su piel morena y cierra los ojos sin saber con certeza quién le escucha, no dejo de pensar en lo mucho que ha pasado bajo nuestros ríos de sangre; que quizá es más cierto eso que dicen: la guerra nos hace silenciosos ante el horror. Al llegar a casa reviso el caudal de información y no hallo nada, ni siquiera el parte de levantamiento del cuerpo que debería estar en cualquier revista de nota roja.

A esto hemos llegado; una muerte ya no causa atención. Así es el nuevo cotidiano. Mientras tanto, ella se queda dormida. Es cierto: muertos sobran en esta vida. Pero también hay que vivir, aunque sea bajo la luz fría del neón que ilumina las sábanas.

Cuando salimos a la calle, las calles brillan de humedad y la Alameda exhuda su aroma vegetal que reserva para las ocasiones importantes. Ella toma un taxi.

Yo camino.

Friday, July 05, 2013

X2

Dos lugares, dos tiempos, dos ritmos al caminar. Dos maneras para entrar en la habitación oscurecida.

En un principio creía que multiplicar era una cuestión de altas matemáticas. Sin embargo, con el paso del tiempo, me encontré que todo era tan fácil y tan natural; más que la sencilla aritmética que me enseñaron mis maestros cuando apenas contaba con los dedos.

Puedo decir en mi defensa que no fue invención mía. Supongo que miles han pasado por el mismo cálculo: primero uno, luego uno y luego dos en sucesión contínua. Sólo es cosa de cuidar los detalles: concentrarse en los nombres correctos, las conversaciones precisas. No repetir nada, siempre borrar el disco duro tras cada despedida. Una suerte de baile con dos canciones a la vez.

Pero es posible.

Es una cuestión de metodología supongo. Algo que aprendes en el curso de álgebra básica: hacer que las letras cuenten y que uno cuente para las letras.

Friday, June 07, 2013

LA MALA LETRA

Fue hace algunos años. Era una letra voluptuosa en la cadencia y con sonrisa inocente. Claro, había detalles perturbadores; uno de ellos su tatuaje de la Santa Muerte en el hombro con el que se defendía del mundo hostil que le rodeaba mientras que por el otro lado atraía las miradas lascivas y admiradas de hombres y mujeres al mismo tiempo.

Era algo digno de verse.

Otro tanto era la casa donde habitaba y la familia con la que convivía. No era para gente de ánimo débil. Siempre me quedé pensando que quizá no era la letra más adecuada para escribir en finas libretas Moleskine pero es a veces lo que uno pide inconscientemente; trazos agresivos con espray entre los renglones finamente delineados con tintas alemanas y lápices del Viejo Mundo.

De hecho alguna vez jugué con la idea de llevarla conmigo a una de las fiestas estiradas donde más de uno quizá hubiera sentido lo mismo que yo la primera vez que la conocí: una atracción sensual y un tremor de peligro a la vuelta de la esquina. La cosa duró algunos meses pero no demasiado; me di cuenta que hay letras que sólo pueden ocupar segmentos muy específicos de los calendarios, pero no el ciclo completo.

Pasan los años, y me entero de la noticia: es una letra cautiva. Y no de manera figurada: está en la cárcel por tráfico de drogas. De las pocas veces cuando vale la pena tirar el auricular de la impresión, como en las películas.

No pude decir nada más que balbuceos. Al fin y al cabo lleva años allí refundida. La historia es por un lado un enredo de nuestro infierno impartidor de justicia, mientras que por el otro el desenlace de una vida que era obvio iba en rumbo de colisión hacia cosas nada agradables.

Ya es demasiado tarde para hacer algo. Sólo puedo pensar que quizá, debajo de las tapas de mis cuadernos, hay apuntes extremadamente sui generis.