Friday, June 07, 2013

LA MALA LETRA

Fue hace algunos años. Era una letra voluptuosa en la cadencia y con sonrisa inocente. Claro, había detalles perturbadores; uno de ellos su tatuaje de la Santa Muerte en el hombro con el que se defendía del mundo hostil que le rodeaba mientras que por el otro lado atraía las miradas lascivas y admiradas de hombres y mujeres al mismo tiempo.

Era algo digno de verse.

Otro tanto era la casa donde habitaba y la familia con la que convivía. No era para gente de ánimo débil. Siempre me quedé pensando que quizá no era la letra más adecuada para escribir en finas libretas Moleskine pero es a veces lo que uno pide inconscientemente; trazos agresivos con espray entre los renglones finamente delineados con tintas alemanas y lápices del Viejo Mundo.

De hecho alguna vez jugué con la idea de llevarla conmigo a una de las fiestas estiradas donde más de uno quizá hubiera sentido lo mismo que yo la primera vez que la conocí: una atracción sensual y un tremor de peligro a la vuelta de la esquina. La cosa duró algunos meses pero no demasiado; me di cuenta que hay letras que sólo pueden ocupar segmentos muy específicos de los calendarios, pero no el ciclo completo.

Pasan los años, y me entero de la noticia: es una letra cautiva. Y no de manera figurada: está en la cárcel por tráfico de drogas. De las pocas veces cuando vale la pena tirar el auricular de la impresión, como en las películas.

No pude decir nada más que balbuceos. Al fin y al cabo lleva años allí refundida. La historia es por un lado un enredo de nuestro infierno impartidor de justicia, mientras que por el otro el desenlace de una vida que era obvio iba en rumbo de colisión hacia cosas nada agradables.

Ya es demasiado tarde para hacer algo. Sólo puedo pensar que quizá, debajo de las tapas de mis cuadernos, hay apuntes extremadamente sui generis.