Son los girones que la marea eléctrica arroja a mi pantalla.
Quiero recordar con dulzura los tiempos lejanos. Nunca volveran las voces tiernas.
Arrojar botellas al mar fue un oficio deleitoso. Leyenda en mi esperanza particular, sueño de tormentas ahora yacentes.
Como escapar al dictado de la conciencia envarada tras el paso de las calamidades. Ahora se que la vida sigue como si nada.
Ahora se que la vida son retazos y retales que se anudan al paso de las risas y las lágrimas.
Ahora se que todo siempre fue un sueño encerrado en los frascos de mis ojos.
1 comment:
Hay que asesinar el alma no hay de otra... por ahí tengo una receta si la quieres... la hermana oja
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