Saturday, August 09, 2008

OLIMPIADAS, FRACASO Y TRIUNFO EN UNO

Pues bien, comenzaron los Juegos Olímpicos en Pekín.
Lo curioso de todo es que, si un extranjero viera nuestra televisión, pensaría que se encuentra frente a un titánico evento donde se jugará el destino de nuestro país. Una cobertura titánica, reporteros por todos lados, personalidades mundiales para comentar las disciplinas, una trouppe de actores y comediantes ejecutando todo tipo de sketches en los escenarios mundiales.

Lo curioso es que, en lo que respecta a México es un despliegue totalmente injustificado, considerando la cantidad tan ralita de deportistas mexicanos y de preseas que se espera traigan a casa, es difícil concebir cómo es que las dos más grandes televisoras de nuestro país han decidido embarcarse en tan titánicos proyectos.

Quizá aquí valga la pena hace un poco de historia. Hasta 1988, la cobertura de las olimpíadas en México era inexistente. Quizá un reporte en los noticieros de la noche de lo más destacado de las justas olímpicas y entrevista segura al compatriota que ganara una presea (amén de la recepción presidencial en Los Pinos).

Sin embargo, ese año el canal 13 (estatal aún) se lanzó a una aventura temeraria (para los estándares de una emisora estatal y de la televisión mexicana): enviar un modesto equipo de comentaristas al otro lado del mundo (Seúl era la sede entonces) Y un comediante. Para los que no sepan de quien hablo, dos nombres que serían sinónimo de Juegos Olímpicos en las siguientes décadas: José Ramón Fernández y Andrés Bustamante, el Güiri Güiri.

Ese fue un golpe maestro. La combinación de cobertura en directo y de artistas amenizando y exponiendo "el color" local fue lo que los geeks de computadora llaman un killer app. El público se lanzó en tropel para ver los programas emitidos desde allá, los anunciantes descubrieron el enorme potencial del público mexicano en las olimpíadas, y como el cuento de Juanito y las habichuelas mágicas, el retoño adquirió dimensiones gigantescas.

Corte a.

2008: Las dos televisoras presumen de llevar barcos completos de equipos, los noticiarios principales se transmiten desde la Muralla China, por lo menos una docena de reporteros que se encargan de cubrir los eventos y "el color local" y finalmente, todo tipo de artistas haciendo todas las monerías que están en su mano.

Este tipo de coberturas han crecido de tal modo que se han convertido en un show donde el deporte ya no tiene casi nada que ver. Sí, hay deportistas mexicanos, pero sus resultados son tan ralos que las televisoras prefieren promover como talentos... ¡a sus propios comentaristas!

Y es aquí donde me quedo pensando que, por lo menos para la presente olimpíada, creo que los números no serán nada buenos por parte de las televisoras. Quién sabe cuánto dinero tuvieron que invertir, pero los niveles de audiencia serán mínimos, eso lo puedo predecir: sin una selección de soccer presente, sin los tres o cuatro atletas que conoce el público nacional y con pronósticos de que probablemente la representación mexicana se regrese limpia a casa, no parece que haya algo que el público le interese ver.

Por otro lado, aquellos talentos que comenzaron con esta ola (y que en buena parte le insuflaron vida) ya no estarán presentes. José Ramón Fernández echado de la televisora que le vio nacer y ahora de comentarista de un canal trasnacional de cable y el Güiri Güiri simplemente se retiró de estas justas. Así las cosas, sólo tendremos un show sin sustancia que a pocos podrá satisfacer.

Pero que nadie piense que todo esto es una tragedia. Creo que es lo mejor que le pudo pasar a los deportistas mexicanos, ya que sin la presión televisiva, podrán concentrarse en sus objetvos: jugar lo mejor que puedan. Si no hay medallas, si no hay preseas, creo que eso es secundario; ya se sabía que no iban a arrasar con el cuadro, por lo que sólo resta echarles todas las porras del mundo, al fin y al cabo, sólo ellos saben las penurias que tuvieron que pasar para llegar allá.

Y finalmente, quizá este descalabro (que ya se ve venir) quizá sirva para poner las cosas en su debido lugar, regresar las emisiones olímpicas a lo que deben ser para un país como el nuestro, que es, muy probablemente, un reporte en los noticiarios de la noche de lo más destacado de las justas olímpicas y entrevista segura al compatriota que ganara una presea (amén de una recepción presidencial en Los Pinos).

1 comment:

Anonymous said...

Lo más triste de esto es que ambas televisoras han hecho de los periodistas deportivos y no deportivos unos simples y corrientes payasos.