Mi familia acude a una obra de teatro que trata sobre la complicada vida de un escritor y su mujer sumida en las drogas. En realidad no estaba de humor para ver un tema del que apenas me acabo de librar.
En fin, el asunto se encuentra en algo muy pedestre: hacer una evaluación del 2008. Cada año, en el margen de estos días, es que me dedico a escribir un documento sobre las cosas que han pasado en el año que acaba de fenecer. Es claro que no lo pondré todo, pero hay cosas que vale la pena señalar.
- Año de elevar las alas: Finalmente el periodismo comienza a ofrecer incentivos que van más allá del dinero. Comenzar a hacer el periodismo profundo para el que me he preparado a conciencia.
- Año de pensar: Ha sido a partir del año pasado cuando he comenzado a darme cuenta en realidad de las consecuencias que tendrá en el largo plazo mi vida. El envejecimiento de mis padres, el fin y la llegada de vida. Los grandes temas aparecen en la mesa.
- Año de la soledad: Mi queridísima oja Mariko, como siempre, pone el tema escabroso sobre la mesa. Cuando ha llegado esta altura de nuestras vidas, el problema comienza a ser cómo comenzar a digerir el destino que nos hemos arreglado.
- Año de la posibilidad: Pues sí, por unos días fue posible. Sin embargo, la vida ofrece unas cosas por las otras. Se pierden cosas, se ganan otras.
- Año de la disociación: Se hicieron esfuerzos por unir las partes que flotan, pero es una realidad que los tiempos siguen siendo fracturados. Y en esa textura seguiremos.
- Año de letras: Letras que me mantienen en pie, que permiten que todo siga fluyendo, que por momentos parecen llevarser más de lo que dejan, pero que siempre aparecen sopresivas y satisfactorias; quizá en la esperanza de que sigan en su labor lingüística.
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