Fui a San Francisco, regresé, no me enfermé y me la pasé bomba y comí comida de Vietnam y fui al Cartoon Museum y me di chance de comprar algunos libros medio inútiles pero divertidos.
Regreso y me encuentro con que el año comienza fuerte, pero curiosamente, no es algo que me atemorice. De hecho, por alguna razón extraña me siento lleno de energía y con muchas ganas de aventarme los retos del año que comienza... y que sea dicho de paso, son muchísimos.
Regreso y me encuentro con mis gatos que crecen como la hierba, pero que al msmo tiempo son un dolor de cabeza, pero también una enorme fuente de felicidad. Los adoro.
Regreso y amistades que el tiempo había erosionado de pronto vuelven con la sonrisa en los labios y unas enormes ganas de traer de nuevo el tiempo perdido.
Retorno a mi casa.. y Oja Mariko hace maletas para precipitarse al centro de la ciudad. Pensaba en un adiós triste, pero comemos alegres y nos abrazamos un rato en la esperanza de hallarnos en nuestra vida una y otra vez. Sin embargo, no dejo de pensar que es un poco triste que el norte se queda un poco más solitario, que mis amigos migran y se mudan y se mueven y se van y de pronto, me doy cuenta de que el futuro aproxima su umbrosa mano a mi persona.
Sólo el tiempo lo dirá.
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