Recorro con los ojos cerrados mi pasado. Recreo los buenos momentos. Trato de sepultar los olvidos y los abandonos que he padecido.
Reflexiono en torno a lo que hago y lo que soy. Pienso en las historias que he contado y en las identidades que me he callado. Imagino el mundo como lo quería tras iniciar la travesía. Medito las consecuencias de las cosas buenas y malas que he hecho.
Es curioso. Para ser primavera, ha sido un inicio de año más bien gris.
Pero queda cosas mejores: aquellas personas que he tocado con los ojos prosiguen sus caminos un poco a la par de lo que hago con el mío. Es un buen síntoma de que todo funciona como se tenía pensado.
En fin. Pensaremos qué hacer.
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