Ha pasado más de un año y me entero de que finalmente, la muerte de Alí ha sido castigada. Su asesino recibirá más de 40 años en prisión.
Claro, quedan las apelaciones y otros recursos legales. Quedan más escalones aún para decir que este episodio ha terminado, pero podemos decir que para efectos prácticos el asunto ha concluido.
Pero queda una duda quemante. ¿Por qué?
A un año de la tragedia no hallo la razón que justificara su aniquilación. Sigue el agujero de la memoria de sus últimos días. Se que difícilmente puede vislumbrarse el motivo profundo de un asesinato, que las nieblas de la sinrazón siempre nublan la voluntad en la hore de cometer un acto tan brutal y definitivo.
Pero quedan preguntas. ¿De verdad nadie pudo haber previsto un acto así? ¿Acaso todo sucedió por sorpresa realmente? ¿No hubo signos ominosos? ¿Amenazas? ¿Nada?
Y esa es la nada que me queda. Un asesino en la cárcel. Una poetisa aniquilada. Amigas que la recuerdan por las consignas que defendió y en la última fila de butacas me hallo yo.
Decidiendo terminar las últimas piezas del rompecabezas o dejar mis preguntas y mis lamentos de una vez por todas en los archivos de la memoria.
Hacer lo que hice desde mucho tiempo. Resumirla en una onomatopeya.
-- Desde Mi iPad
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