Monday, April 30, 2007

MEXICANOS AL GRITO DE NEUTROS

Enmedio de la humareda sobre el aborto, una iniciativa de ley encalló en los pantanos del proceso legislativo: la iniciativa para derogar la Ley para Conservar la Neutralidad del País. Una ley expedida en 1939 y que, al amanecer de la Segunda Guerra Mundial pretendía evitar que México quedara envuelto en la vorágine bélica.

Sin embargo, tras los ataques de la marina del Eje a los barcos Potrero del Llano y Faja de Oro en 1942 (y quizá por las presiones americanas), México no tuvo otro remedio que entrar en la guerra, que afortunadamente no tocó nuestro territorio pero que dejó la ley inoperante. Y al final de la guerra, dicha ley no fue cambiada y allí se quedó, como una suerte de fósil viviente de una época ida hace ya más de medio siglo.

Ahora que los panistas intentaron derogar esta ley, quizá olvidaron el terrible mal precedente del gobierno de Vicente Fox al tratar de modificar la política exterior mexicana; una mezcla de incompetencia (establecer una diplomacia bravucona sin beneficio alguno) y mala suerte (las pretensiones diplomáticas del país culminaron con nuestro asiento en el Consejo de Seguridad justo cuando la ONU tuvo que rechazar la demanda de Estados Unidos para autorizar su ataque a Iraq) crearon un entorno adverso hacia cualquier intento que involucre modificar lo que queda de la política exterior mexicana, sobre todo referente hacia la doctrina de no intervención.

Y creo que este gobierno comete un error porque, a despecho de los problemas fundamentales del país, existe un asunto irresoluto: qué papel debe presentar México frente al mundo. Y en este sentido sólo hay dos sopas: o nos quedamos como estamos, con una posición más bien al margen de los grandes asuntos mundiales, o nos asumimos como actores en el devenir mundial. Ambas direcciones tienen ventajas, desventajas y costos; el sexenio pasado pudimos darnos un quemón de lo que significa ser parte de los asuntos mundiales al formar parte del Consejo de Seguridad.

Sin embargo, hay que decir que los años por venir requerirán de un modo u otro que el país entre al mundo: a medida que las reservas petroleras el país se terminen vamos a tener que establecer relaciones con naciones que aún tengan petróleo para conseguirlo a buenos precios. Las olas migratorias hacia el norte seguirán y es probable que el país comience a experimentar una ola migratoria proveniente del sur de América a medida que nuestro país se integre con los Estados Unidos (no nos engañemos, en Estados Unidos viven 30 millones de mexicanos o personas de ascendencia mexicana).

Sin embargo, ha quedado claro que hacer las cosas sin saber lo que se quiere, sólo nos pondrá en más predicamentos internacionales, enmedio de conflictos diplomáticos sin solución y sin final.

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