De cuando en cuando, hechos irrelevantes ofrecen profundas revelaciones y sorpresas donde sólo tenía que haber rutina y un pelín de tedio.
Así, todo cobra coherencia a bordo de un anodino camión. Un fogonazo de luz y las ideas se ensamblan como si un brinco hubiera ordenado un montón de calabazas. Hechos inconexos se presentan hilados de una forma coherente e incluso transparente.
Nos hemos topado pues, con la realidad Sancho.
¿Qué hacer ahora? Lo que hemos hecho una y otra vez. Evitar el guión repetido, la mala comedia reciclada con personajes ya vistos, ya leidos.
Supongo que hay que dar gracias a estas revelaciones, pero después de todo, siempre cobran una cuota. Las revelaciones siempre implican una desilusión, cada vez más breve, afortunadamente, pero no por ello menos desesperanzadora.
Sin embargo, siempre se aprecian los destellos breves. Los instantes que son como parches de la cobija en todas sus noches, que cubren ciertas brisas. Que cubren ciertas ausencias.
Y así es como se construye la existencia. Y como se baja un switch.
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