¿Cómo carajo puedo vivir en dos, tres y cuatro husos horarios distintos, en busca de las rebanadas perdidas en los vértigos de este transbordo de instantes?
¿Para qué chingados uso estos poderes míos en la exploración de tiempos ajenos, sensaciones que no existen más que en esta sombra de piezas que nunca terminan de embonar?
¿De dónde saco la voluntad para seguir andando con un pie en este mundo, otro en la sombra de datos que deja mi pasado y la mirada en el punto infinito de las siguiente estación?
Sólo el objetivo de no mirar a los lados, de renunciar a los incendios, a las inundaciones y a las cotidianas calamidades que hacen el día a día en la vida de los demás. He renunciado y renuncio a cada paso.
Renuncio a no ser de otra manera.
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