Mi mejor amigo me trae la historia del hecho funesto. Y mis sentimientos son más que contradictorios: por un lado me complace conocer cómo poco a poco su historia permea los puertos estancos de la indiferencia y se dirige hacia la luz de los hechos.
Pero como periodista que soy, no me cuadra mucho la idea de integrar sin señalar un par de cuestiones, que creo valdría la pena indagar.
- ¿Exnovio?: Salvo un artículo de la prensa panameña, no se explica cómo es que una mujer que acaba de dejar a un novio con antecedentes de violencia acude al departamento de este a una fiesta donde además se quedará a dormir.
- Avisos previos: Aunque la declaración del asesino señala que había advertido que cometería el delito, al parecer nadie lo escuchó, o se lo comentó al viento pues al parecer nadie tomó en serio lo que podría suceder. ¿Alguien escuchó estas amenazas?
- La naturaleza de la relación: ¿Qué tipo de relación sostenían ambos?, ¿hasta que grado la violencia y el abuso eran la tónica de la relación? Puedo decir por lo que conocí de Alí, que ella no hubiera permitido desde el inicio que una relación de ese tipo hubiera durado tanto. Sin embargo, quizá había elementos involucrados que llevaron las cosas hasta un punto laberíntico. Esto lo escribo entre comillas gigantes y con toda la ignorancia de quien hace más de un año la dejó de ver, sin conocer siquiera que tenía pareja.
No quiero decir con esto, bajo circunstancia alguna, que Alí mereciera su destino. Me libre el destino de decir una abominación así. Lo que sí quiero decir es que universos nacen cuando una pareja inicia. Incluso en mi caso, una relación como la que tuvimos, nadie siquiera sospechó de su existencia.
Ya nunca sabremos realmente la genésis de este hecho funesto. Sólo tendremos la verdad legal del caso, que cuando mucho será el promedio de dos versiones encontradas.
Es decir, sólo una representación imperfecta de la historia de una relación que terminó del peor modo posible
Sin embargo: Como lo dije desde un inicio. Ya todos estos son recuentos para sublimar la ausencia que aún me duele, como una cicatriz persistente.
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