Y finalmente, después del desmadre político, de tres años de campaña, de un complicadísimo proceso electoral, de al menos un par de meses de incertidumbre jurídica... sin olvidar el pequeño detalle de los gritos y sombrerazos de los pejistas... damas y caballeros, ¡tenemos Presidente electo!
Y también un problema enorme.
Como era de esperarse, López Obrador siguió con el guión que su mente ha trazado: cual si fuera Hernán Cortés, quemó sus naves desconociendo al gobierno, convocando a una Convención Democrática y llamando, modestamente, a la purificación de las instituciones, de la vida pública y el establecimiento, de una vez por todas, del reino de Dios en la tierra.
Por supuesto que detrás de él se encuentra el PRD, sus diputados y senadores, que por supuesto no desconocieron a la institución del peso y ya se disponen a cobrar en billetes del gobierno espurio sus quincenas. Haciendo fila, los intelectuales de siempre, los que una vez consideraron a Gloria Trevi como un modelo de feminismo (y que incluso apadrinaron sus sabrosos y aún extrañados calentarios), los que reverenciaron al Subcomandante Marcos y lo consideraron como paladín de una nueva sociedad que construiría en los altos de Chiapas; los que consideran a la globalización como el demonio mismo (aunque hacen uso de las líneas aéreas propiedad del imperio y del Fobaproa para acudir a sus reuniones internacionales y hacen uso intensivo de Internet, esa creación malévola ni más ni menos que del Departamento de Defensa de los Estados Unidos).
Pues ellos mismos ahora cantan las loas de la nueva democracia que AMLO dará a luz el 16 de septiembre.
Santo y bueno.
Pero queda nomás el detalle de que antes del 16 viene el 15 con el grito zocalero donde López Obrador y Fox se darán un mano a mano con fuegos artificiales como música de fondo y como clímax de todo esto, el desafío a los militares para no quitar sus plantones durante el desfile del 16 de septiembre. Este último quizá será el momento más crítico ya que el desafío es gravísimo: o el ejército no pasa por acá o nos sacarán jalándonos de la greña.
Santo y bueno.
Lo que de allí resulte es justamente lo que el movimiento lopezobradorista busca en el fondo: un “casus belli” donde corran los madrazos, uno que otro muertito y el pretexto para protestar por la represión. Sin embargo, cabe recordar que nadie se ha plantado desafiante al ejército desde los años 40, cuando los últimos remanentes revoltosos de la revolución quisieron poner en entredicho el dictatum del dedo de oro... y cabe señalar que en esa ocasión, los desafiantes terminaron muy madreados.
Quiero pensar que como en la crisis de los misiles cubanos de hace algunas décadas, en el último momento, algo o alguien le harán cambiar de opinión a López Obrador y dará marcha atrás. Sin embargo, debo decir también que llevamos meses “queriendo pensar” que lo bueno prevalecerá por lo nocivo, cosa que al día de hoy no se nos ha concedido.
Apunte político: qué será de Fox
Yo me pregunto (entre muchas otras cosas), ¿cuál será el juicio que la historia tenga de Fox? ¿La imagen de quien cristalizó el deseo democrático del país? ¿La caricatura de un tipo que se hundió entre la mandilonería, la frivolidad y la pendejez en general?
No comments:
Post a Comment