Bellas Artes siempre ha sido el punto de partida. Cosa curiosa porque nunca lo pensé de ese modo. Siempre el palacio de mármol a la espera de las correrías que me llevan a las cinco esquinas del valle que resido.
Así ha sido a lo largo de estos últimos años. La diéreses fue de lo más destacado, acudiendo al primer llamado en este sitio, tomando café tras café hasta aclarar la vida.
Y así sigue sucediendo consecutivamente. Es como un vórtice donde las historias empiezan y terminan. Puede ser a unas cuadras o puede ser del otro lado de la ciudad. Siempre desde el centro de la ciudad.
Así es mi vocación cartesiana señores.
PD
Buen sábado, del centro al norte, pasando por lo tibio.
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