Caminamos lado a lado, por las calles del lugar donde vivo. Extrañamente me acompaña mi madre y la madre de ella. Caminanos juntos pero no nos decimos nada. No nos miramos, pero sé que su cabello rizado me acompaña por la banqueta.
Nos despedimos. Ella se va con su madre, yo con la mía y me dice al despedirnos, "recuerda que no podremos tocarnos".
Despierto en la mañana fría y recuerdo que el pasado congela las cosas, pero no las desaparece. Pese a mis ensayos con letras de trasmano, en el fondo del compartimiento del refri, hay un pedazo de semanas idas entre las lechugas en suspensión animada y los restos de la cena de la Independencia.
El pasado te traiciona.
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