Que si Fidel ha muerto, que si más bien sigue una penosa recuperación en algún lugar de la isla, que si agoniza o se encuentra en coma. Las especulaciones flotan por todo el planeta, mientras que en el diario Granma de la isla no aparece ni una sola nota que hable de la salud de su líder. Sin embargo en los feeds internacionales de noticias aparece una información relevante: un médico traído desde España, llamado Jose Luis García Sabrido viajó la semana pasada a la isla para certificar el estado de salud del jerarca y declarar ante la prensa que si bien ha pasado por una intervención quirúrgica su estado general de salud no es tan grave por lo que no debe extrañar que siga al mando de los destinos de su país, si bien en la penumbra detrás de bambalinas.
Sin embargo, al rascarle un poquito al asunto, uno se percata de que estamos ante algo demasiado “organizado” para que pueda considerarse como un asunto real. En primera instancia, el hecho de llamar a un médico español para “certificar” el estado de salud de Fidel no parece lógico, en cuanto denota que la célebre medicina cubana es incapaz de tratar a su líder máximo por lo que se hace necesario llamar refuerzos extranjeros. Por otro lado, parece extraño que a dicho médico no sólo se le requiera auscultar a Castro, sino que se le permita hablar con relativa libertad del estado de salud del enfermo, siendo que el mismo Castro ha declarado que la información relacionada con su salud era asunto de seguridad nacional. Atendiendo a la más elemental noción de discreción entre médico y paciente, es impensable que al doctor se le hubiera “escapado” tal información… en una entrevista organizada para tal efecto con diarios como El País y estaciones de radio como la Cadena Ser.
Finalmente, una nota perdida en el mar de la información contrasta todo ese optimismo. Gabriel García Márquez, amigo personal del dictador declaraba que, luego de un mes en la isla, no había podido visitar al enfermo y que sólo había podido hablar por teléfono con Fidel. Para ser un enfermo en recuperación, se ha vuelto un hombre excéntrico que ni siquiera deja que sus amigos se le acerquen en esta hora tan requerida de afectos. Y además de los hechos, un asunto inquietante: siendo Fidel un hombre amante de la exposición del público y de la atención de los medios ya es demasiado inusual que el hombre siga en recuperación sin siquiera dejarse ver en ya casi medio año… salvo por un par de escenas grabadas con Hugo Chávez donde se ve tan desmejorado que hasta la barba le queda grande.
Y para puntilla, ni los canales de noticias locales ni los diarios de la isla han hecho referencia alguna a la visita del médico. Si fuera cierto todo esto de que Fidel sólo se recupera, me supongo que lo harían noticia de primera plana y tema de la televisión nacional dado que a querer o no, la ausencia del líder no puede ser más que un ominoso signo que abre la puerta a insanas grillas en la perspectiva de un mundo sin Fidel (aunque su hermano ya tenga el puesto más que asegurado).
No sé si Fidel haya muerto de una vez por todas, pero me queda la impresión de que, al igual que en un capítulo de los Simpsons, Fidel (vivo o muerto) ya sólo es una marioneta jalada desde arriba del escenario por quienes se esfuerzan en hacerlo bailar y sonreír frente a una audiencia que carece de fuerzas y humor para aplaudir.
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