A diferencia de Ernesto Zedillo y Vicente Fox, Calderón ha optado por hacer lo que se tenga que hacer para reconciliarse con Cuba. México retoma el viejo esquema de que los cubanos son hermanos y, por tanto, son una excepción; regresa al no ver, no oír, no hablar en contra de Fidel y su camarilla.Yo no diría que a cambio de nada.
¿A cambio de qué? A cambio de que los cubanos no hagan declaraciones en la prensa y los foros de izquierda, no difundan llamadas privadas, no den lata. A cambio de nada, pues.
Por principio de cuentas, los redentorismos ideológicos de Vicente Fox (secundadas en la primera fase de su gobierno por el ex Secretario de Relaciones Exteriores, Jorge G. Castañeda) no tuvieron pies ni cabeza y siguiendo la reflexión de Ciro, nos echamos de enemigo a los cubanos también a cambio de nada.
De hecho, buena parte de los problemas que más dolores de cabeza le causaron al gobierno mexicano surgieron de ese ánimo foxista por llevar la democracia a todos los rincones de América Latina... mientras en casa le abría el camino a punta de torpezas y arbitrariedades a Andrés Manuel López Obrador.
Yo creo que si existe tal trueque, no está tan mal. Asegurarse el silencio de Cuba al menos le quita al gobierno calderonista tensiones internacionales que, como vimos en los casos de Ahumada y el tragicómico "comes y te vas", pueden convertirse rápidamente en problemas internos de complicadas consecuencias.
Y pues, en cuando a que México vende sus principios, pues creo que no es novedad que las ideologías de las naciones están sujetas al interés nacional. Ya bien dice el refrán gringo sobre algún dictadorzuelo latinoamericano.... es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta.
Es preciso que México tenga su hijo de puta caribeño.
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