Nunca me había sucedido esto, pero ahora que llevo varias semanas de viaje continuo, es que me siento extraño, es como de pronto habitar una metazona, un lugar que es varios lugares al mismo tiempo. Religiosamente termino agotado cada noche, sin tiempo para leer o siquiera pensar con tranquilidad.
Me la he pasado corriendo de un lado a otro, como extraído de mi naturaleza natural (valga la redundancia), como si sólo existiera en el ruido blanco de aires acondicionados y anónimos chapuzones en albercas en las que jamás me he tirado un chapuzón.
Es raro vivir en tránsito. Creo que alguna vez lo dije, que en mi época de adolescente, soñaba con una vida donde me la pasara viajando con la estudiantina de mi escuela, siempre y por siempre. Un cursilería.
Pero la vida se encargó de enseñarme un par de cosas que yo desconocía: que la vida tiene más viajes de los que me imagino y que después de cierto tiempo, cualquier persona puede perderse de sí misma con las condiciones adecuadas.
He dejado de escribir sobre letras, pero no he dejado de usar letras.
Y por cierto, hace años que no conocía a alguien que deliberadamente se negaba a tener computadora... ¡y celular!
Wow
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