Han pasado años.
Hoy me debato entre la conveniencia o no de retomar las armas.
Por un momento pensé que valía la pena, que podría ser la oportunidad de lanzar el asalto definitivo, de resolver; de una vez por todas, el desastre de las derrotas sin final.
Sí, por un momento lo consideré; que la vida pudiera proporcionarme una segunda toma, que la vida pudiera resarcir lo perdido. QUe las cosas pudieran llegar a un punto diferente; que la plaza pudiera rendirse honorablemente.
Pero así como el general observa las tropas y otea el horizonte en busca de las columnas enemigas, me encuentro con que el valle está vacío, que no hay nada por esperar y que, después de largos años, finalmente he vencido a los enemigos por lo que he vencido sobre todos, pero que he cruzado el río también en forma definitiva y que me encuentro, con las espada desenvainada enmedio de un campo vacío.
Ahora lo sé. Esta guerra se ha ganado.
Quién pensaría que la victoria es tan anónima.
Al menos esta victoria.
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