No son algo anómalo en una ciudad que oficialmente dejó de otorgar permisos para cantinas hace décadas en la idea de crear una ciudad más "sana". Tradicionalmente ha sido así. El sector entretenimiento siempre vive en una zona gris que en ocasiones la pone en la picota de la ley cuando no se pagan las cuotas requeridas o cuando alguna fuerza coyuntural abre la puerta a los operativos.
Es la época del fin de cursos, por supuesto. Mucha gente quiere festejar. Hay que celebrar la vida, como siempre ha sido cuando tienes menos de 20 años, con un dejo de desafío por tomar una chela (y por qué no, quizá algo más) y aprovechar el escaso dinero del que se dispone cuando lo único que tienes es el estipendio semanal, o quincenal o mensual.
No hay muchas imágenes aún. Pero el local es típico: quizá una casa o una pequeña bodega, habilitados como antro de ocasión. Ni siquiera se necesita infraestructura complicada. una barra, refrigeradores, un poco de luces, pintura y ya está. Que entren los que quepan y algunos más.
En fin. Un operativo como muchos. Confusión, un mensaje del dueño del lugar. Chavos que no se sienten en la necesidad o el gusto de pasar la noche explicando las cosas a sus papás en la delegación.
Todos a correr. Pero sin llegar lejos.
Un pasillo - escalera demasiado estrecho. Más confusión, me supongo que gritos ahogados por la multitud que murmulla, platiga y festeja la anécdota con el sonido ambiental cortado.
La policía (que hizo su arribo en un estilo estrepitoso propio de quien sabe de antemano tener toda la ventaja) se da cuenta de que la cosa se le ha salido de control y que su llegada creó una situación inesperada, pero es demasiado tarde, la turba se mueve impetuosa (al fin y al cabo la fiesta sigue, ¿o no?).
El resultado tendrá días en los titulares de los periódicos.
Pero puedo adelantar mi pronóstico.
- El dueño cargará con los muertos (si es que realmente es quien dice ser y si realmente lo atrapan).
- Las autoridades policiales capitalinas no asumirán responsabilidad alguna y dirán que sus muertos demuestran las buenas intenciones de la autoridad.
- Las autoridades delegacionales dirán que todo el papeleo era correcto (pero a las calladas correrán a quienes se dejaron untar la mano para reaparecer algún día en otra parte).
- El año que entra volverá la fiesta y los adolescentes y los antros a servir tragos. Con suerte nada de esto se repetirá.
... pero sólo será cuestión de suerte.
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