Si no pasa nada extraordinario, Rafael Acosta se convertirá en el próximo delegado en Iztapalapa.
Pero más allá de las risotadas, este asunto me deja pensando cosas de mayor trascendencia. Por ejemplo, lo que podría pasar con las candidaturas independientes, que fueron uno de los temas calientes del pasado verano.
Pienso en ello, porque cuando los intelectuales y activistas en pro de las candidaturas independientes hacían público su desacuerdo con la llamada "partidocracia", decían que la democracia merece candidatos que no estén contaminados por los partidos políticos.
Lo que esta gente tiene en mente cuando se habla de candidatua independiente es la imagen de un candidato educado, intelectualmente formado, con grandes ideas pero sin ganas (o chance) de meterse en el lodero que implica la política partidaria. Algo así como Jorge G. Castañeda, un académico con ganas de política, pero con ideas muy bien estructuradas.
Sin embargo, ¿quién es el que llega por azares del destino a la independencia política?
Juanito.
Pienso que, si en el futuro las candidaturas políticas logran ver la luz, quienes llegarían a la postulación independiente no serían esos refinados políticos de cátedra o de facultad de ciencias políticas. Lo que seguramente veremos son los herederos de los restos del caciquismo, huérfanos de padre y madre, lídercillos sin más bandera que su propia supervivencia, agitadores de manzana y cosas por el estilo asumir las candidaturas independientes.
Así que, creo que vale la pena pensar bien lo que se tiene en mente cuando se piensa en lo que sería una política independiente.
De por sí navegamos en un cenagal
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