SALVAR AL MUNDO, UNA NIÑA A LA VEZ

Sí, lo reconozco, no puedo salvar al mundo. No puedo salvar a las ballenas ni al coral ni a la capa de ozono. Tengo serias dudas de si podré resolver el hambre del mundo, la miseria de mi país, la desgracia del prójimo o incluso mis propios nudos irresolubles.

Pero sí puedo salvar a una persona. A mi prima AG de apenas 10 años.

No soy una persona apegada a mi familia extendida. Dado que no fui criado con ellos (y durante más de 10 años no tuve noticias de ellos), las relaciones con mis abuelos, tíos y primos son más que distantes. Sin embargo, conocí a AG y su mirada inteligente hace unos 3 años. Esa mirada inteligente que denota no sólo las almas buenas sino las almas que padecen pero que sobreviven y sonríen. Esa mirada que despierta ganas de abrazarla y protegerla de lo malo que le rodea. 

Y vaya que hay que protegerla.

Hija de una tía mía, casada con un tipo medio alcohólico, con un padecimiento neurológico (además del alcoholismo), mi pobre tía se pasa la vida trabajando literalmente de sol a sol para sacar adelante a AG y su hermanito y a mantenerse a flote. Obviamente en la vida de AG no ha habido mucho tiempo ni momentos para la diversión. Me ha contado que se ha pasa mucho tiempo sola con su hermanito. No hay dinero para Internet, celular o para incluso paseos domingueros al cine.

De principio sé que no soy un alma buena ni caritativa. Al menos nunca quise ir a proteger ballenas. Pero con AG la cosa es diferente. Ella es sangre de mi sangre, es parte mía y se dentro de mí que si persevero, que si le echo ganas, ella podrá ser feliz con las cosas que sí le puedo dar: el conocimiento de los libros y el cariño que le pueda dar. Y quizá pueda ser una niña feliz y su inteligencia florezca como lo hicieron en mí los libros que mis padres pusieron a mi paso.

Yo conozco de libros, sé de lecturas y he viajado. No soy una persona muy cariñosa y me da miedo dar un paso adelante. Pero en la medida de lo posible lo hago y lo haré. No sé cómo hacerlo pero lo he hecho: cuidadosamente selecciono libros para ella, libros de magia y de cerditas bailarinas y de tardes felices en prados amplios y soleados (como los que no hay mucho en su departamento gris).

Y así lo hare cada que pueda. Y lo haré feliz. Y lo haré porque quiero y porque la quiero.

No puedo salvar al mundo. Pero sí quiero salvar a una persona. A mi prima AG de apenas 10 años.