Desde esta mañana me encuentro en San Francisco, luego de un vuelo tranquilo, de no ser por una señora que le daban palpitaciones al volar y que padecía de soplo cardíaco.
En fin, la ciudad, como siempre, hermosa y muy tranquila. Quizá junto con Nueva York, sean las ciudades más cosmopolitas de los Estados Unidos y siempre es un gran placer estar aquí, aunque el clima de la ciudad sea tan extraño que junto con un compañero nos pasamos un rato tratando de imaginar si existía un clima semejante en el país y resultó que no.
Y por cierto, recomiendo amplísimamente el pastel de queso de la Cheesacake Factory de Union Square. Es una cosa deliciosa e inmensamente grande, sobre todo con salsa de tres leches (así, tres leches en español) y con un café latte helado. Y después, nada como caminar para hacer la digestión rumbo a la Apple Store de San Francisco y comprar un teclado de diseño vanguardista.
Yummi.
EL DERECHO DE CALLAR... Y MANEJAR
Mucha tinta ha corrido desde que el expresidente Vicente Fox comenzó a hacer ruido con la publicación de un artículo que hablaba de su vida en el rancho que parece haber remodelado con más dinero que buen gusto (nada nuevo para quien haya visto la exposición de fotos titulada Ricas y Famosas donde sacó el pésimo gusto de los ricachones nacionales).
Y de repente la tormenta. Jeeps y Hummers que maneja y que nadie sabe cómo chingados llegaron hasta su garage. Y ahora, el asunto de que al menos el Hummer es propiedad de General Motors y que está en sus manos gracias a un comodato.
¿Un comodato? De acuerdo con el código civil federal en su artículo 2,497, el comodato es definido como "un contrato por el cual uno de los contratantes se obliga a conceder gratuitamente el uso de una cosa no fungible, y el otro contrae la obligación de restituirla individualmente".
Sin ser yo un abogado, me gustaría saber por qué General Motors tendría que haber otorgado en tan ventajosas condiciones un vehículo cuyo costo excede los 400 mil pesos a una institución como la Presidencia de la República, hasta el momento si saberse bajo qué proceso administrativo preciso y exacto. Y lo segundo que me pregunto es cómo fue que General Motors y la Presidencia de la República llegaron a la decisión de ceder el vehículo a Vicente Fox y que este lo siga manejando.
Y tercero, en el clímax de la mala leche. A cambio de qué cosa le fue cedido el vehiculo. Me temo que en el ánimo de quitarse una mosca de encima Fox se acaba de arrojar a la cabeza un panal porque por primera vez está colocando ante los ojos del público una evidencia tangible y rastreable de cómo propiedades de la nación terminan en manos de un particular.
¿Quién le pondrá el cascabel al gato?
1 comment:
Que onda mi lic? Ahora si me sorprendio, que onda por que tan lejos? Un abrazo y pongale el cascabel al gato... yo voy!!!
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