Primera cita en la agenda: la diéresis me regala unos DVD's y una carta en la que me da las gracias por los servicios prestados y me desea buena suerte.
You know what?... To the hell with her!
Impactado, desolado, camino sin rumbo por las calles de la ciudad hasta encontrar a un excelente amigo mío, fotoperiodista en labor de cobertura del tristísimo desbarrancamiento de AMLO hacia las profundidades de la acción en solitario. Y allí me quedo, horas al sol esperando que algo pase...
Y no pasa nada.
Segunda cita: Veo a Oja Mariko por la noche. Lloro de pena en sus brazos. No puedo con la carga de perder a la diéresis y el amor que me prometía su compañía, así como sus pueriles argumentos de niña de 9 - 23 años. Platicamos. Le cuento mis cuitas y el desastre. Me conforta, me hace reir, me hace pensar, comparte mi pena, comparte mi dolor. Me pone sobre la mesa el espejo de mi persona, de mis debilidades y fortalezas. Escucha y navegamos hacia el centro de nuestro ser.
Y finalmente pone sobre la discusión el tema. 10 años para consumir los fuegos. 10 años para que los heterónimos cumplan sus misiones por el mundo. 10 años para que el río llegue al apacible mar.
Una década de plazo.
Aquí lo escribí queridísima Oja, una década que cuenta a partir de hoy, 24 de octubre de 2008.
El 24 de octubre de 2018 será entonces.
Y el día ha terminado. No diré que fue el mejor día de mi vida. Pero tampoco diré que fue el peor. Las dos caras de una misma circunstancia.
Y hoy ya es el día siguiente.
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