Lo malo de las rachas laborales es que de pronto nos encontramos llenos de trabajo y el tiempo disponible para vertir pensamientos se convierte en una suerte de sueño antes de ir a dormir.
En fin, pasemos a lo importante.
La fama, ese bien preciado se levantó con dos preseas sumamente apetecibles ante las pantallas de televisión: por un lado la muerte de Anna Nicole Smith (ya sé que ese no era su nombre, pero eso a quién le importa hoy) por un lado, mientras que por el otro se encuentra el cadáver de la hermana de la princesa Letizia de España.
No seré yo quien tenga a bien juzgar si sus vidas valieron la forma como terminaron sus vidas. Sin embargo, a mi mente viene una de mis lecturas navideñas: Superviviente, de Chuck Palahniuk. Esta novela narra el ascenso y caída de un miembro de una de esas sectas religiosas que aprovechan el desamparo de la modernidad para llenar el vacío de las personas a través de mensajes apocalípticos.
Pues bien, la desgracia de este personaje viene con la súbita ascensión a la fama: programas de televisión, biografías al vapor, líneas de productos promocionales, etc, etc, etc. Esta tarde veía justamente uno de estos productos: un reality show hecho por la tal Anna Nicole donde exponía las miserias de su vulgar vida, rodeada de riquezas que no solo no podía gozar, sino que no podía ni siquiera comprender.
En fin, ella está muerta como la hermana de la princesa. Y las portadas de las revistas con las caras de ambas ya vendrán en camino, junto con los programas especiales, las líneas de perfumes póstumos, los DVD's conmemorativos de la vida y milagro de estas mujeres... y así hasta el infinito.
El punto del olvido
Rápido pasa el tiempo cuando estás trabajando mucho. Y es así como se me ha olvidado que ha pasado más de un año y medio después de una serie de separaciones poco agradables de personas a quienes yo quería demasiado. A y S. Como le decía a mi hermana del otro lado del espejo, lo triste de la vida es percatarte de que el cinismo se lleva la tajada que antes le pertenecía exclusivamente al romanticismo.
¡Salud!
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