De entre los temas de la semana, las elecciones a la dirigencia del PRI se han consumido una rebanada del tiempo de nuestras vidas, por lo que me limito a decir un par de observaciones:
- ¿A alguien le importa el PRI aún? Quienquiera que llegue a la dirigencia del partido, lo único que tendrá a su disposición será un montón de huesos de dinosaurio y por el otro lado un atajo de caciques gobernadoriles que no querrán subordinarse a nadie que no les ofrezca algo jugoso.
- La fuente política sigue devorando todo lo demás. La extraordinaria compañera Marcela Turati de Excelsior (con quien tuve el gran gusto de desayunar en uno de esos juegos del destino) publica reportajes que desnudan la pobreza y diversos problemas que aún habitan grandes rebanadas del país, mientras que las primeras planas son tomadas por asalto un día si y otro también por declaraciones inanes de políticos y demás estrellas de la farándula nacional, entre ellas, los responsables de un partido que se desmorona... un día si y otro también. Una pena.
RBD TV
Aún no salgo de mi estupor tras haber visto promocionales de un canal que estará dedicado 100% a las desventuras de los chicos RBD. Como miembro de la comunidad de medios de comunicación, me declaro horrorizado estéticamente por ello (pese a las generosas formas de Dulce María), aunque reconozco que cualquiera está en el derecho de atiborrar su sistema de paga de los contenidos que sienta más relevantes.
Sin embargo, cada que oigo cosas así, viene a mi mente algo que decía Arthur C. Clarke en la novela 2001, una odisea del espacio: es increíble que la infraestructura de comunicación más compleja y perfecta de la historia sea empleada para nutrir con contenidos chambacanos, degradantes y francamente miserables.
Ironías.
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