Durante un instante sólo una onomatopeya. Desafortunadamente cargaba con el sambenito de haber nacido en la Ciudad de México... en uno de los días más funestos que la ciudad haya vivido. Quizá no debería decirlo, pero fue una época inocente y feliz de mi vida, aunque hay quien sostiene que fue una temporada patética.
Que la vida nazca en un momento tan terrible es una paradoja. Pero las paradojas rellenan la existencia. La vida de la diéresis comenzó un 19 de septiembre. Y septiembre se le acabó para el signo ortográfico. No tenía sentido, y como todos los signos ortográficos, no podía existir sin letra que le acompañara.
Y así fue como olvidé a escribir.
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