1.- El accidente del pozo petrolero Kab 101 el pasado mes de octubre.
2.- El recibo de luz por 1,800 pesos que recibí en la casa hace algunos meses y que no ha bajado de 1,500 pesos bimestrales.
El primer asunto me hizo reflexionar que, aunque el asunto de la explosión del pozo petrolero, aunque denota las ya comunes fallas de Pemex (a saber prácticas irregulares, materiales defectuosos, herramientas de baja calidad), también implica un enorme riesgo. La gente no se ha dado cuenta de que a medida de que nuestras necesidades de petróleo nos llevan más y más mar adentro en el Golfo de México, hay que explorar y extraer el petróleo de mayores profundidades, por lo que las plataformas deben recurrir a sistemas más y más peligrosos para extrae el combustible. Y esto seguirá pasando porque a medida que el petróleo fácil (es decir, el de extracción a poca profundidad y en zonas topográficamente estables) se termina, será preciso recurrir a métodos que involucran grandes riesgos o que pondrán el riesgo el medio ambiente como la explotación de las arenas bituminosas, que representan una verdadera masacre ecológica.
Por otro lado, el recibo de luz (cuya determinación de la tarifa es fruto de un mecanismo que requiere un poquito de aritmética y del uso de Excel) me indica una cosa: esta hambre de energía en la zona centro del país está creando una situación de aumento de demanda muy peligrosa que podría terminar en un colapso masivo del suministro de energía en la región. Claramente nuestra demanda de energía no cesa de aumentar y mientras que las paraestatales que deberían dar el servicio (jineteadas por sindicatos golosos de prestaciones) simplemente no están preparadas para manejar tal aumento de energía.
Y eso es muy alarmante.
Felices foquitos navideños.
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