A mi me parece muy coherente lo que hacen. De acuerdo con la nota explicatoria, el problema radica en que decenas de miles de empresas dependen de la industria zapatera, por lo que el calzado chino (de baja calidad y costo) representa una amenaza inminente, o al menos es lo que señalan.
Sin embargo, me temo que los zapateros padecen el mismo problema que otras industrias mexicanas: no se pusieron al nivel de calidad que los tiempos requerían y ahora claman por tiempo, que no me queda muy claro para qué lo quieren pues me da la sensación que el período de gracia de cinco años que piden, cuando esté por terminarse, volverá a presionar por otra prórroga.
No me queda claro por qué solicitan una extensión de cinco años. No me queda claro qué proponen a cambio de esta extensión en la barrera arancelaria y no me queda claro a largo plazo cómo van a defender su negocio. No discuto la importancia de la industria del zapato en México, pero me parece que la industria en su conjunto no tiene una idea clara de cómo defenderse de la globalización: es una industria que me parece se encuentra atrapada entre dos fuerzas incontenibles: por un lado el zapato chino que está devorando el mercado el zapato barato y por otro lado las importaciones de otros países americanos y europeos en el mercado del zapato caro. Incluso, al revisar mis propios cacles me encuentro que provienen de una empresa colombiana que, hay que decirlo, ofrecen un producto mejor que su contraparte mexicana.
Me temo que el zapato mexicano volverá a sus orígenes huarachescos.
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