Tuesday, January 08, 2008

ETICAMENTE SIN COCHE

Lo diré como si estuviera en una reunión de Alcohólicos Anónimos:

Soy Yo, tengo 31 años, y no tengo coche.

¡Agh! ¿Cómo es posible?

Bueno, desde que comencé a trabajar en forma regular, una de las cosas que me cuestionaba era si el primer bien duraredo que tendría que comprar sería un vehículo automotor.
Pero nunca lo hice. Me parecía una barbaridad comprar un armatoste de una tonelada con el fin de satisfacer mi ego. Y esto último debido a que con la vida que me he hecho, el viajar en el sistema de transporte de la ciudad, por pinche que sea, nunca me ha detenido la carencia de transporte.

La verdad es que poseer un coche sólo cobra sentido si uno vive enmedio del descampado, o padece una discapacidad que a uno le impida la locomoción. Pues así las cosas y diez años después de que me encuentro sin coche aún.

¿Lo extraño? No

¿Lo necesito? Todavía no

Pero curiosamente, me he encontrado un muy bien argumento para permanecer sin coche, proveniente de parte de la ética en la voz del eticista del diario New York Times; pienso que a nadie se le ha ocurrido la peregrina idea en este país de incluir ese puesto: eticista.

Una lección que vale la pena conservar.

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