¡Hurra!
Por un buen rato se terminaron las desmañanadas sabatinas. Aunque debo admitir que extrañaré a mis compañeros, pero por lo que escucho, creo que están en buenas manos, en sus manos.
Ahora es tiempo de volver a la normalidad.
La ciudad se tambalea
Que nadie diga que no se le advirtió. El ventarrón de la semana pasada no solamente puso en entredicho la resistencia de la infraestructura eléctrica de la ciudad. En la misma semana una serie de incidentes configurarían algo más complicado:
- Primero, el colapso por un par de horas de varias líneas del Metro. Versión oficial: una falla de subestaciones eléctricas.
- Segundo, el ventarrón que deja una parte significativa de la ciudad central sin servicio de energía eléctrica.
- Tercero, el sistema Cutzamala deja de trabajar debido a una reparación súbita que deja a la ciudad sin suministro de agua.
Si fuera una persona malpensada, se me ocurriría que son demasiadas fallas en tan poco tiempo. Sin embargo, no debería sorprender a nadie. Reportes de la misma empresa señalaban que su capacidad de distribución de energía estaba a punto de ser rebasada y que comenzarían a presentarse fallas en el servicio.
Curiosamente, una de las declaraciones que escuché del director de la empresa es lapidaria contra Andrés Manuel López Obrador ya que su Bando 2 (que limitaba los desarrollos habitacionales a las delegaciones de la ciudad central) detonó el acelerado desarrollo habitacional en esas delegaciones sin que hubiera capacidad de infraestructura para manejar la creciente demanda de energía eléctrica que se estaba generando.
Y aquí estamos. Con una ciudad cuya infraestructura eléctrica se encuentra boqueando.
No me quisiera poner apocalíptico pero, ¿quieren saber cuál será la siguiente crisis de la ciudad en los próximos meses? Una pista. Huele mal y nadie la quiere tocar.
Así es. La basura. Por increíble que parezca, el Distrito Federal depende de un centro de disposición de desechos cuya vida útil ya tiene años de haber concluido y al día de hoy todavía no se tiene, ya no digamos un nuevo centro de disposición de desechos; ni siquiera existe una definición del lugar donde se instalará.
Pero solo son malpensamientos.
Y regresando a los temas letrísticos...
La letra veleidosa es una letra sin sonido. Es una letra que se pronuncia en secreto y que se goza en la pronunciación clandestina. La letra existe brevemente. La letra existe sólo cuando se le nombra. Es lo que nos enseñó Foucault.
Es lo que la vida me ha enseñado.
No comments:
Post a Comment