Thursday, April 17, 2008

¡OH PETROLEO MIO Y DE NADIE!

Era de esperarse.

El caos provocado por la reforma petrolera es el resumen de nuestra muy imperfecta transición política. Un PAN que a más de un sexenio en el poder no puede manejar los complejos mecanismos del sistema político heredado a la caída del PRI, organización política que, por cierto, se ha convertido en una suerte de resbalosa salamandra que una y otra vez aprovecha los recovecos de las ruinas de sí misma para colocarse como el factor que mueve las cosas (cobrando generosas prebendas por pasar corriente) y un FAP (conglomeración de tres partidos de izquierda) que siguen aferrados al mástil del único caudillo con el que pueden contar y que se ha convertido también en el eje de la política nacional; en ciertas coyunturas (como la que hoy nos ocupa) su palabra lo define todo.

Y enmedio el petróleo.

Una de tantas piedras de toque con las que el país fue embebido por el régimen príista. Denodado autor de nuestra riqueza según el credo oficial y fuente lo mismo de escuelas que de subsidios a los más y menos pobres. El petróleo como herencia de nuestra tierra. El petróleo, como la tierra, como el agua es intocable, ineludible y penosamente irrenunciable. El petróleo es de los mexicanos (pero pocos reciben los estados financieros de la empresa), sus beneficios tangibles (pero más para sus líderes y ordeñadores varios) y su peso sociológico inconmensurable (nadie sabe si está dispuesto a perder la vida o la integridad del cráneo por él).

Y enmedio los diputados.

Arrastrados a un debate farragoso que por kafkianas razones terminó en clausura de las cámaras legislativas de la república. Y para ello, los autores del chipote recomiendan el remedio (con sus asegunes entre paréntesis):

Pongamos un debate de 120 días (pero lo que de allí salga debe ser lo que se legisle)
Pongamos un referéndum (que tendría que organizar un IFE en el que no creemos)
Si el debate se pierde, ¡todos contra el fraude!
Si el debate se gana, repetir la dosis.

Y enmedio el tiempo que sigue sin cesar.

El año próximo son elecciones del poder legislativo.
El año próximo habrá menos petróleo de donde asirnos.
El año próximo tendremos otro pleito por otra cosa.

Y enmedio, el vacío.

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