Friday, December 30, 2005

MUVIS PARA EL 2005 (Parte 2)

Seguimos con el recuento peliculístico del 2005:

- Broken flowers (Flores rotas): Bill Murray (ex cazafantasmas, para más señas) ha sido un actor que tuvo un revival interesante desde que protagonizara Lost in Traslation al lado de la exquisita Scarlett Jonahnnson. Su rictus de caballero de triste figura perdido en los senderos de la posmodernidad lo ha hecho el objetivo de directores que necesitan de personajes aparentemente impasibles pero sensibles y frágiles. En esta película (donde los diálogos de Murray podrían caber en un par de cuartillas a lo sumo), un casanova decadente, encerrado en las cuatro paredes de su casa, mira cómo su última pareja se larga mientras en una aparente amenaza un hijo súbito aparece en el horizonte, lo que lo hace salir de su letargo e ir en busca de las amantes perdidas (infiero que durante la alocada década de 1960) para encontrar cómo es que a ellas también el tiempo las ha desgastado hasta el punto en que se vuelven irreconocibles, paranoicas o de plano devastadas por un mundo en el que también se tienen que defender.

- Inosensu (Ghost in the Shell 2): "Follow me / to the darkness of the shinning sea / waiting beyond / the world that we have known". Esos versos se me quedaron en la mente todo el verano, desde que vi por primera vez el DVD (lamentablemente no hubo cine en México que lo pasara). Todos los ingredientes del anime de alta factura: una historia policíaca pero con un profundo subtexto filosófico sobre las implicaciones de nuestra relación con la tecnología llevadas hasta el extremo más radical, es decir, la abolición absoluta de la humanidad humana, valga la redundancia. Si a esto le agregamos una técnica de animación que combina de manera armónica los efectos por computadora con una línea de dibujo limpia que le da un tratamiento cinemático a un género que aún sigue siendo visto de abajo para arriba. Nomás para que se den un quemón de la calidad, esta película fue la primera animación japonesa nominada a la palma de oro en el festival de Cannes en 2004. Si, ya se que no es una movie propiamente del 2005, pero hasta este año conseguí el DVD. Ah, y no olviden que Sore wa inotchi innosensu (life is innocence).

- Zatoichi: Un masajista ciego rubio. ¿Hay acaso una idea de un ser más extravagante? Pues en la línea del enorme Takeshi Kitano, el personaje esconde muchas cosas, pero muchas de verdad bajo un personaje tan raro. Una película cuyo final inesperado lo deja a uno con cara de What!

- Te doy mis ojos: La violencia de género contra las mujeres se ha vuelto un tema de actualidad. Las campañas que pugnan por la eliminación de este mal social se han convertido en un gran tema de discusión pública. Sin embargo, esta película española, dirigida por Icíar Bollaín le da una mirada nueva al problema, enfocando buena parte de la trama a la exploración de la violencia desde el punto de vista del hombre violentador. El punto de vista es fundamental: en un mundo donde los hombres pierden el dominio de algo que siempre consideraron su propiedad (la voluntad femenina), la violencia se vuelve el último lenguaje que pueden hablar estos hombres. Me parece que es una película que trata con honestidad el asunto, aunque debo admitir que algo le demeritan ciertos toques sentimentalistas y la falta de exploración de los motivos que llevaron a la protagonista a buscar el amor en un hombre violento a todas luces, pero de todos modos una visión nueva de un problema que se vuelve cada vez más relevante.

- Hotel Rwanda: Hay que decirlo, Occidente lleva una carga de culpa por la matanza en Ruanda de 1994. El millón de personas muertas (más o menos) de manera espantosa en ese país fueron en buena parte responsabilidad de una Europa y unos Estados Unidos que le dieron la espalda a un conflicto que no les interesaba porque allí no había petróleo, uranio, musulmantes integristas o un vistoso dictador para derribar. Quizá como forma de exorcizar esos demonios, el cineasta Terry George plasmó en celuloide el episodio de Paul Rusesabaguina, un gerente de hotel que con infinitos trabajos logra (pese incluso a las Naciones Unidas) salvar la vida de una enorme cantidad de personas que de otro modo hubieran caído bajo el sangriendo machete de los asesinos. Una historia de la vida real, que desafortunadamente cae muchas veces en el sentimentalismo y la culpa de quienes quieren lavar los pecados con celuloide. Los buenos muy buenos y sin tacha mientras que los malos son idiotas o de plano bestiales. Al igual que con Te doy mis ojos, el problema quizá radica en el hecho de buscar deliberadamente develar los mecanismos de un problema social por medio del ritual mediático. Pero bueno, siempre una palabra será mejor que el silencio de todos los días.

- Wallace & Gromit in The Curse of the Were-Rabbit: Ya en la carrera conocí cortometrajes de animación de estos personajes, por lo que cuando supe que el directir Nick Park haría un largometraje al respecto, no pude menos que emocionarme. El hecho de que hagan uso de una herramienta aparentemente tan primitiva como la plastilina para plasmar su historia, amén del humor británico del que hacen gala estos personajes hacen que el dueto de Wallace y Gromit se vuelva una película extraña ya que al mismo tiempo que entretiene a los niños, divierte a los grandes sin que unos se sientan avergonzados de los otros.

- Cine Mexicano: Lo confieso, este 2005 me puse en huelga de cine nacional. No vi nada que me interesara, ni siquiera Batalla en el Cielo de Carlos Reygadas, que pese a haber destacado como lo menos pior del cine nacional por estas fechas, la verdad es que el escándalo y la censura de propia mano con la que se regaló el director, me desanimaron por completo. Si les soy sincero, la última película mexicana que recuerdo es la de Temporada de patos, de Fernando Eimbcke, que me pareció una muy buena introducción al cine de arte para púberes de entre 15 y 17 años, amén de un fusil de la idea de Jim Jarmusch con su Stranger than Paradise.

Thursday, December 29, 2005

MUVIS PARA EL 2005 (Parte 1)

Dado que no hay noticias y que todo mundo parece estar concentrado en la hueva del recalentado, me daré la licencia para ponerme el sombrero de crítico de cine para comentar algunas de las que me parecen películas más relevantes del año que se va, basadas en mi muy subjetivo y personal punto de vista.

- Oldboy (cinco días para vengarse): Cuando mi fe por el cine estaba decayendo, cuando pensaba que el cine sólo podría seguir pariendo malos remakes de películas que vieron mejores ayeres, aparece un fresco viento coreano de la mano del director Chan-wook Park con una película que lo deja a uno como seguramente dejó Un perro andaluz a la audiencia francesa a principios de siglo. Una historia retorcidísima, unos personajes que oscilan entre la irrealidad y el sadismo, actuaciones impresionantes y sobre todo, una película ORIGINAL que no teme valerse de una historia nueva, arriesgada y hasta políticamente incorrecta. Es una pena que los gringos ya casi no les queden pelotas para hacer películas donde verdaderamente se jueguen el pellejo. Incluso hasta los europeos se ven medrosos ante el coraje, la imaginación y la garra de los cineastas asiáticos.

- Closer (llevados por el deseo -o algo así-): ¿Quién quiere ver a la Princesa Amidala bailando en hot pants? Yo dije yo y vi la movie. Punto y aparte de ver como la Portman pudo salir airosa de la maldición Star Wars, le pelicula pone sobre la mesa algunos temas propios de nuestra época. ¿Cómo puede concebirse y hacerse visible el amor dentro de las viscosas paredes y suelos de personas que cambian hora con hora, de pasiones que nacen de los monitores y de cruces sentimentales donde la fidelidad queda supeditada al próximo orgasmo? Pareciera que eso está muy lejos de nuestra república católica, pero yo los invito a que vean la película y después se pregunten si realmente estamos tan lejos de los pecados allí descritos.

- Der Untergang (la caída): Sin temor a llenar el teclado de palabras, esta película me parece que presenta la interpretación definitiva de Hitler. Bruno Ganz (para más señas, el ángel Cassiel en la película de Wim Wendes, Far away, so close) personifica a un hombre que se desmorona con el mundo que creó, un déspota enjaulado cuyo poder se reduce a los sueños de un mundo que no sólo no verá la luz (el Reich de los mil años) sino que implotará enmedio del delirio de grandeza de sus protagonistas, que verán la cara de la muerte deformada por el delirio y la devastación que machaca el último refugio de Hitler y sus compinches, amén del conocimiento de una mala obra de teatro cuyo telón afilado les cae por encima en un baño de sangre.

- Super Size Me (super engórdame): Lo que los cineastas gringos (salvo excepciones) han perdido en el cine narrativo, lo han ganado en el documental. La escuela del gordito Michael Moore se ha extendido y ha dejado discípulos con hachas gloriosamente afiladas. Este es el caso de Morgan Spurlock, quien después de trabajar para MTV (la serie I Bet You Will es de su creación) decidió morder la mano trasnacional para irse contra uno de los baluartes del american lifestyle. Me refiero ni más ni menos que al "fast food". El experimento radical de alimentarse de hamburguesas todo un mes y demostrar los nocivos daños de la comida chatarra se me hizo un performance al estilo del periodismo "gonzo" (donde el periodista se mete hasta el fondo de la situación), pero al mismo tiempo un uso creativo de esa chatarra llamada "reality tv" con el fin de crear algo más edificante.

Wednesday, December 28, 2005

LA CIUDAD DESGENTADA

Parece mentira, apenas la gente deja de ir a sus trabajos y los escuincles a la escuela para que la ciudad recupere buena parte de su encanto. El atardecer de hoy en el Paseo de la Reforma fue maravilloso. Poca gente, una luz anaranjada que atravesaba la atmósfera y un tráfico que hasta se veía encantador. Obviamente que como fenómeno colateral, la cantidad y calidad de las noticias desciente hasta casi un punto cercano a cero.

Y para muestra basta un botón. Mientras caminaba frente a la embajada norteamericana me topé con una pequeña multitud de cámaras y colegas reporteros que entrevistaban a una señora que agitaba una toalla con forma y estampado de dólar. Hasta donde comprendí, la señora protestaba por la deuda externa y exigía que se dejara de pagar. Evidentemente que nadie le ha señalado aún que el tema de la deuda, como las canciones del grupo Flans, se quedó atrapado en la década de 1980. Pero lo chistoso es que a una sóla persona le hicieran tanta bulla tantas cámaras de televisión. Yo por eso definitivamente colgué la grabadora estos días y mejor me he puesto a leer y escribir cosas lejanas de mi obsesión cotidiana por la noticia y lo actual.

Regresando a las delicias de la ciudad sin gente. Maravilloso andar por la calle, pasear por la Zona Rosa en búsqueda de libros en la tranquilidad de la quietud. Hasta pareciera que estamos en una ciudad bucólica de provincia. De cualquier modo no hay que dejarse engañar por las apariencias y no bajar la guardia, que no faltará algún exiliado del aguinaldo que podrúa buscar su año nuevo en la cartera de uno.

Saturday, December 24, 2005

GRACIAS POR LA LETRA

Supongo que en virtud de todas mis inquinas y quejas sobre la temporada navideña el destino me entregó el regalo inesperado: un encuentro con una persona que, pese al haber estado en mi vida poco tiempo, ejerció una influencia que hasta el día de hoy se hace presente y por la cual me presento extremadamente agradecido.

Todo ocurrió cuando cursaba la preparatoria en el Colegio Salesiano Angela Segovia de Serrano (mejor conocido como Salesiano de Barrientos por la vecidad con el reclusorio de homónimo nombre), más o menos en el año de 1993. En aquel entonces yo sólo era un adolescente confundido (como cualquier otro) lleno de hormonas y cuya vocación estaba en el limbo. Por motivos que ya he olvidado tenía la vaga idea de que estudiaría una ingeniería entre electrónica y en telecomunicaciones. A decir verdad no sabía ni porqué lo decía, aunque mi familia no parecía disgustada por ello y al contrario se percibía sumamente feliz.

Sin embargo, en las primeras semanas de ese último grado me sentía lleno de dudas. La ingeniería no me convencía lo suficiente como para dedicar mi vida a ello. Por otro lado mi vida estudiantil se encontraba reducida al aislamiento que me hacía pasar las horas del almuerzo sentado en las gradas de la cancha de soccer (parece cliché, pero es totalmente cierto) enamorado de una chica de cuyo influjo malhadado no me pude sustraer sino muchos años más tarde (para ser precisos, ya entrada esta década). La única cosa que me salvaba eran los libros, docenas de ellos que leía sin orden ni concierto pero con muchísimo gusto: autores como Fernández de Lizardi, Luis Spota y el caricaturista Rius me llevaban hacia caminos que apenas podía comprender entonces pero que me indicaban un camino cierto.

En ese panorama, no había mucho que decir de los profesores: entre la apatía y la patología, el equipo docente hacía sus esfuerzos para educarnos y hacernos tragar cosas como lecciones de anatomía a cargo de un profesor del cual había sospechas fundadas de que usaba un peluquín; lecciones de lógica por parte de un hombrecillo cuyos tics eran lo más destacable de sus clases y un profesor que hizo su entrada en nuestras vidas diciendo que su nombre era Fozzy. Guaca, guaca.

Pero las cosas cambiaron con una profesora de literatura llamada Norma.

No puedo decir que recuerdo claramente cada clase que me dió, pero lo que si puedo decir es que ella descubrió que entre las cosas que podía hacer se encontraba el escribir con cierta propiedad y una curiosidad insaciable sobre los libros (que se vería confirmada años después cuando pude darme vuelo en la biblioteca de mi universidad). No recuerdo claramente sus palabras, pero de lo que hay imágenes vívidas sobre su amor que le imponía a la lectura. Y de hecho, ahora recuerdo uno de sus ejercicios: escribir una carta de amor anónima para alguien y ella se encargaría de leerla en la clase, sin dar a conocer el remitente, claro.

Fue un ejercicio muy chistoso, pero a casi nadie de mis compañeros le importó un comino. La mayoría estaba demasiado ocupado pensando en el desmadre y en el mundo futuro que les esperaba (y que se cristalizaría en papeles de padre de familia y asistentes contables) como para hacerle caso. Pero en lo personal sus palabras me llegaron y sus comentarios sobre la literatura me llenaron en un momento en el que no había demasiado como para vanagloriarse. A falta de amor, a falta de aceptación, a falta de socialización, el mundo de la escritura se presentó como un sitio donde se podía vivir sin tener que afrontar la realidad donde no me podía, ya no digamos sentir bien, sino que al menos percibir que no me tenía apretándome el cuello.

A partir de sus clases, después de los comentarios sobre algunas de mis narraciones y al mirar el interés con el que se dedicaba a su trabajo (cosa insólita en un panorama lleno de desánimo y derrota magisterial) fue que comencé a definir algo dentro de mi. En ese momento la cosa no tenía nombre ni significado aún. No era una forma, ni siquiera un propósito definido pero era el hálito de algo mucho más grande que se desdoblaría con los años y me definiría como escritor; mejor dicho, como periodista. Desafortunadamente el tiempo pasó y cuando quise volver a ver a la profesora Norma ya no se encontraba allí y se perdió dentro de las brumas de una educación preparatoria que por muchas cosas quise olvidar. Y la profesora Norma se fue con ellas.

Ha pasado más de una década, por lo que toparme con ella en una librería esta víspera de Nochebuena fue una sorpresa absolutamente injustificada. No ha cambiado casi nada (o al menos yo así lo veo) y fue una maravilla poder platicar con ella (aunque fuese por sólo unos minutos) para poderle decir lo muy agradecido que estoy, lo mucho que influyó en mi vida y que lo que ella sembró hace ya tantos años pudo pervivir hasta llevarme al camino que hoy transito. Ella sólo me respondió con una sonrisa amplia y con un gran abrazo. Profesora, no, Maestra Norma. Mil gracias por dejarme prendado de la letra, un millón de parabienes en su vida presente y futura; un reconocimiento por haber sido una de las mejores personas que me encontré en un momento crítico de la vida. Me ofreció un sendero diferente en el que me defiendo ahora y con el que quiero mantenerme por el resto de la vida. En pocas palabras, me ayudó a encontrar mi vocación y la fuerza que ahora hace caminar mi existencia.

Gracias, Maestra Norma

Friday, December 23, 2005

NAVIDAD EN BLANCO II

Y proseguimos con las quejas navideñas. Las cosas no han mejorado nada: salgo a la ciudad a entregar un documento por el rumbo de Ciudad Universitaria, pero como tardé dos horas en llegar a la estación del metro Rosario, mejor dejé que los profesionales de Estafeta se avienten el resto del camino y entreguen el documento cuando se les haga mejor el tiempo.

Pero, dado que me quedé en la zona de Polanco, realmente me di cuenta de los alcances del caos de la urbe en a víspera navideña. Los automóviles unos sobre de otros buscando un improbable estacionamiento. Las personas arrojándose literalmente sobre las tiendas al asalto de todo tipo de mercancías, los cajeros automáticos vacíos de efectivo y en resumen, un desmadre por todos lados, para comprar, para pagar, para abonar los pagos, para salir de casa y para volver a ella.

Lo único que se me ocurre es desear que e 26 de diciembre todo vuelva a una hipotética paz.

Thursday, December 22, 2005

NAVIDAD EN BLANCO

La verdad me da flojera repetir los estereotipos de la Navidad: que es una época de dar, de regalar y de ser felices. Si me lo preguntan, podría decir que algunos de los peores momentos de mi vida los pasé una Nochebuena. Como si hiciera falta, las incesantes campañas de publicidad y el caos de fin de año en la ciudad hacen que uno prefiera mantenerse aislado en su casa. Cosa que he hecho, verbigracia el privilegio de poder trabajar desde mi casa, lo que me permite pasarme días enteros encerrado sin siquiera asomarme a la puerta.

Pero es cierto también que estas fiestas son necesarias. Una de las necesidades primordiales de los seres humanos es el reconocimiento del paso de ciclos que permitan hacer balances, cierres y en su caso puedan ayudar a comprender mejor el momento que se vive y reorganizar las energías en el camino hacia otro ciclo nuevo. Lo que se ha salido de todo control es el hecho de que la gente ahora se vea obligada a comprar, a sentirse feliz y a convivir con personas con las que usualmente quisiera liarse a golpes, todo en nombre de la armonía navideña.

Y claro que me quejo de la comercialización infame. Si no mal recuerdo mis raíces católicas, la Navidad es una época de recogimiento, de reflexión y de feliz sobriedad. Pero al igual que a su antípoda, la Semana Santa, se ha transformado en un carnaval de personajes grotescos (comenzando por Santa Claus) y de un irracional frenesí por llenarse de comida el estómago y la casa de objetos inútiles. Mi hermana me platicó que en una fiesta que le tocó organizar en la empresa donde trabaja, la cosa se puso tan pantagruélica que hubo gente que iba a vomitar nada más para poder volver a comer. Una obscenidad que al niño Dios le daría asco prescenciar.

Pero en fin, una vez desahogado de mi queja navideña, espero que todos se la pasen padre, si es que alguien lee estas reflexiones a destiempo cortesía de un servidor y seguiremos escribiendo.

Sunday, December 11, 2005

LA PUBLICIDAD ETEREA

Un amigo que trabaja en agencias de publicidad me lo explica sencillo "la publicidad es hacer que la gente compre tres manzanas pensando que se llevan una sola". No estoy descubriendo el hilo negro al decirlo, pero ceo que si ese es el papel de la publicidad, entonces debe ceñirse a su papel de hacer más atractivas las cosas para venderlas más rápidamente.

Se que lo que digo puede parecer una simpleza, pero es el origen de toda la creatividad publicitaria. En el negocio de los licores y los tabacos, debido a las restricciones sanitarias en México, es imposible colocar a algunos tipos haciendo gestos de satisfacción mientras empinan el codo o se llenan los pulmones de humo. Por tal motivo, las campañas publicitarias de estos productos suelen recurrir a sofisticadas asociaciones de ideas con el fin de crear hacer que la gente crea que al beber o al fumar puedan acceder a mundos glamourosos, aventureros o eróticamente atractivos.

Sin embargo, en ocasiones se les pasa la mano y en la idea de crear alcoholes atrayentes terminan haciendo cosas tan extrañas que uno no sabe si lo que quieren es que uno beba más o se prevenga de las consecuencias de la ingestión de tóxicos entre pecho y espalda. Este es el caso de un ron llamado Bacardí, que (al menos en México) goza desde hace décadas de fama de ser un licor de mala calidad y reservado para quien no puede pagarse ni siquiera un tequila de mediana calidad (irónico que ahora el tequila sea bebida chic y sexy). Para agregarle glamur a la marca, los creativos se han dado a la tarea de crear campañas llenas de misterio y glamour.

Hace un par de años se valieron de la idea de crear una cosa (o concepto) llamado Zu Zu y que pretendía hacer que la gente en lugar de pedir el licor de marras pidiera ZuZu. Los comerciales y los espectaculares empleados para tal efecto sacaban la idea de consumir ZuZu, pero no se si porque se les acabó el dinero o porque la idea era fomentar el misterio, la campaña quedó sin aclarar qué cosa era el ZuZu y muy pocos (en mi caso un amigo publicitario me tuvo que explicar todo el concepto) entendieron que era un producto Bacardí. Por la forma abrupta en que terminó la campaña infiero que no tuvo el éxito deseado.

Pero nadie escarmienta en el tiempo pasado y la misma empresa alcohólica reincide con una campaña para promover los mismos productos con un slogan que dice "holamañana". La inversión en comerciales y otras herramientas publicitarias ha sido apreciable, pero una vez más, la idea rebasó al producto. No entiendo qué significa eso de holamañana, si esa frase es la que debo decir al beberme uno de los alipuses promocionados, o que es necesario parrandear hasta saludar la mañana o que el producto te hace mirar lunas de tamaño gigante enmedio de alucinantes modelos meneando el bote. Misterio sin resolver.

No sé si esta campaña ha ganado premios (cosa muy probable debido a la "creatividad" invertida) pero en cuestión de ventas no estoy muy seguro que la gente se haya lanzado en masa hacia las estanterías con el fin de consumir este producto. No puedo afirmar que esta campaña esté destinada al fracaso (al menos aprendieron a colocar el producto en medio de los comerciales para hacerlos menos enigmáticos) pero me da la impresión de que bebidas más humildes como la cerveza Corona y con ideas más sencillas, pueden llegar al alma y el gañote de los bebedores.

Salud

Saturday, December 10, 2005

¿POR QUE NO TENGO COCHE?

Si algo me caracteriza en la vida es la ausencia de un vehículo para moverme. Una vergüenza para alguien egresado de una de las instituciones educativas más costosas de nuestra patria. Se que para el convencionalismo de algunas personas que andan en mi edad esto es motivo de escándalo puesto que el libreto de la vida depararía a estas alturas la posesión de una linda nave recién salida de agencia, amén de que debería estar pensando en un lindo departamento desde el cual divisar la ciudad con imponente paisaje mientras mi trabajo me conduce hacia la plenitud material.

Es difícil renunciar al estereotipo.

A lo largo de mi vida me la he pasado buscando la realización personal (o omo gusten definir al estado de satisfacción que le viene a uno por vivir la vida añorada) por medio de mi trabajo. Contrariamente a lo que sucede con la mayoría de mis compañeros, que ascienden presurosos por los escalones del progreso material y espiritual, es que me he dado a la tarea de vivir escribiendo y narrando lo que el mundo tiene como reflejo cotidiano.

Y he pagado un precio por ello, un precio que desde ya le comparto a todo aquel que quiera dedicarse a esto de la escritura y el periodismo. No es una vida de lujos. No es que viva en una caja de cartón al aire libre (prueba cínica de ello es que redacto el presente texto en pijama desde mi recámara con calefacción) sino que nadie debe esperar a vivir esta vocación por la letra invadido por el deseo de hacerse de una casa en la playa o de un vehículo de manufactura sueca. Los placeres del periodista y del escritor se circunscriben a la mera existencia en la contemplación del gran teatro de la vida. Claro, no es que uno tenga que renunciar a los deseos, son parte sustancial de la existencia humana, pero debe quedar claro que las expectativas de la vida se encuentran en una parte inferior, supeditada al dictado permanente de esta vocación devoradora que a uno lo lleva a vivir en el deseo de la posesión, no de la materia ni de la carne, sino del etereo acontecimiento.