Saturday, February 25, 2006

Proyecto 40: primeras impresiones

Finalmente, después de meses de largos y tristes litigios, después de una maraña de juicios que aún hoy siguen requiriendo mano experta para su dilucidacion y luego de un amago de toma por la fuerza de las armas es que finalmente el Canal 40 volvió al aire.

Y de verdad que son las primeras impresiones, pues tengo el orgullo de decir que me tocó ver el inicio de transmisiones y el primer noticiario emitido por esta señal, aunque hay que decir que fue una señal muy escurridiza de ver. Debido a que la señal solamente puede captarse a través de la banda UHF y que las televisiones de mi casa se encuentran conectadas con el exterior a través de la señal de cable, no me quedó más remedio que ver el inicio de las transmisiones del Canal 40 a través de una televisión microscópica ¡en blanco y negro!, que existe en la cocina para entretener la masticación a la hora de la cena. Ni que decir de la televisión de alta definición y 30 pulgadas comprada la pasada Navidad y que en esta ocasión no sirvió para maldita la cosa (aunque les confieso que el Xbox se juega divinamente en una pantalla de formato ancho y en alta resolución).

Una vez resuelto este escollo técnico (y habiéndome instalado cómodamente en un banco de taquería) me dispuse a ver el inicio de transmisiones. Todo comienza con un escenario claro presidido por una sala en la cual se encontraban sentados Pilar Alvarez Lasso y Luis Niño de Rivera como conductores principales. Un momento, ¿no es acaso este señor Niño de Rivera quien acompañaba a José Ramón Fernández en las olimpíadas como reseñista de clavados?, pero mejor aún, ¿no es Pilar Alvarez la periodista que en algunas ocasiones acompañó a Ciro Gómez en su legendario noticiario de las 10 de la noche y que en alguna época incluso condujo un noticiero en la tarde en el canal de marras? Mejor aún, ¿no son estos cuates que aparecen a cuadro David Páramo y Jorge Fernández, amigos de Ciro Gómez y hasta conductores de programas de CNI Canal 40?

Eso fue lo que me dejó más impresionado al principio, después vino un desfile de personajes que nutrirán la barra de programación del canal, entre ellos gente mas o menos desconocida como Angel Dehesa (hijo de Germán Dehesa, para más señas), Gustavo Rentería (un locutor de una estación de radio local), un encuestólogo apellidado Abundis y el publicista Alazraki, responsable de una de las agencias de publicidad más conocidas del país. Reforzando el plantel figuras como Alberto Barranco (una leyenda en el periodismo de negocios) junto con otros muchos más, comenzando por Carolina Rocha, una reportera que si no mal recuerdo trabajó en los noticieros de Televisa y escribiendo en Reforma, así como Andrés Roemer, que saltó a la fama después de hacer mancuerna con Karia D'Artigues, una reconocida chismóloga de la política en el diario El Universal.

Pues bien, demos inicio con la hoguera de las vanidades:

Al noticiario de Luis Niño y Pilar Alvarez me pareció que le sobra el Sr. Niño (aunque parezca contradicción); se nota por mucho que no tiene oficio de periodista, sus preguntas suenan poco profundas y poco informadas (sus primeras entrevistas con personajes de la mina de Coahuila me parecieron demasiado superficiales, considerando la gravedad y complejidad de la situación). Supongo que su puesto como director de Banco Azteca no le deja demasiado tiempo para ocuparse de lo que pasa afuera de su oficina. Por el contrario Pilar Alvarez me pareció desenvuelta y segura (dentro de lo que cabe, siendo la primera emisión) y estoy convencido que si la hubieran dejado sola podría haber sostenido el noticiario sin problema alguno, aunque hay otro problema que creo que influyó a la hora de crear este canal.

Si mal no me parece, todos los programas del canal ocurren en un mismo set, una suerte de casa estilo Big Brother por donde conductores e invitados transitan. Quizá un concepto que suena bien (la idea de espacios abiertos y apertura que pretende el canal), pero que a la hora de la ejecución deja abiertos frentes de producción: el primero es que debido a que el set es tan grande, colocar a una sola persona a conducir la deja en la soledad más absoluta, por lo cual todos los programas deben ser conducidos en bola, lo cual nos lleva al siguiente problema.

Tal y como sucede en nuestro gabinete presidencial, al tratar de dar una imagen de apertura y coparticipación, se acaba cayendo en la desorganización y las contradicciones. Apenas ayer, cuando sintoticé una repetición del noticiero de la tarde entre Andrés Roemer y Carolina Rocha sentí que estaba mirando un híbrido entre programa de debate y noticiero. Sorprendentemente ambos conductores se arrebataban la palabra unos a otros, presentaban noticias que para el perfil que quieren dar me parecen muy raras: una nota sobre la campaña de vacunación de niños en las regiones de Chiapas, que podría dar para un reportaje espléndido sobre las vicisitudes de los encargados de la vacunación al andar por zonas de guerra y rincones aislados, terminó siendo una nota sin color, sin garra y que pasó sin pena ni gloria.

Una entrevista con la directora del próximo Museo de Arte Popular en la Ciudad de México se disolvió en un lapso de tiempo que me pareció larguísimo, no se si por la duración de los segmentos (que se me hace demasiado larga) o porque los presentadores se les acaban pronto las ideas y después de un par de minutos, comienzan a hablar de vaguedades como quien habla del clima y las flores en primavera. No se porqué siento que estos talentos se quedan secos de ideas demasiado pronto, lo cual da una idea de lo mucho que les falta por consolidar.

Otro de sus programas (que vi en repetición a eso de las cinco de la tarde) es una especie de ejercicio donde las encuestas son desmenuzadas y explicadas al público villamelón. Se supone que por un lado sale una chica (guapilla) haciéndola de ciudadano promedio y por otro lado un encuestólogo (apellidado Abundis) se encarga de poner los datos sobre la mesa y hacer la disección. La idea no me parece mala, pero si consideramos que los grandes noticieros de televisión, de radio y varios periódicos hacen el mismo ejercicio, resulta que uno termina escuchando cátedras sobre metodología encuestológica, lo cual para efectos de entretenimiento es como aquel legendario programa que pasaban en Radio Red por las noches hace algunos años y que se especializaba en asuntos contables y tributarios: todo un tabique.

Del lado de las series y de las películas, parece que la cosa no anda tan perdida: un capítulo de un documental (muy bueno) acerca de las andanzas de Napoleón en Rusia y la promesa en su página web de proyectar este sábado Amelie, una película que tiene palomita desde el lado de los cultos y que puede ser sumamente divertida para el público general.

Este es el panorama provisional de Proyecto 40, seguiremos opinando y si a alguien le interesa, la dirección web del canal es:

http://www.proyecto40.com.mx/

Sunday, February 19, 2006

NO ME LLAMEN CERDO

Este es el mantra que el gobernador de Puebla recita incesantemente cadad día, al menos desde que en la semana se reveló la asquerosidad de las conversaciones entre el gobernador y un empresario textil de ese estado, que al parecer ha empleado sus influencias en el ataque de una periodista que lo involucra en un muy oscuro escándalo de pederastia y que no dudó en usar la mexicanísima palanca para hacerle pagar a la periodista su indiscreción. El cinismo con el que dicho gobernador ha manejado el asunto y sobre todo, su soberbia para ponerse por encima de la situación, recurriendo a expedientes ya oxidados como el organizarse nefastas y ridículas "manifestaciones de desagravio" como la realizada hace un par de días.

Irrealmente, la balanza se inclina más y más por el gobernador de marras ya que a medida que pasa el tiempo, se vuelve más posible que pueda sortear el escándalo, siendo que en el terreno de lo legal no hay un camino sencillo que permita la remoción del gobernador. Desafortunadamente algunos de quienes ahora lo condenan y demandan su cabeza, inadvertidamente le han ayudado a salvarla. Este es el caso del candidato presidencial Peje, quien puso ejemplo que con los adecuados goznes y mecanismos políticos, es posible que la ley pase por el arco del triunfo y que por la aguja de los justos pasen Bejaranos, Ahumadas, Ponces y demás alimañas que se nutren de las sombras del poder. Hoy el gobernador de Puebla lo sabe (e incluso lo ha expresado): que tranquilamente puede pasar por este pantano sin arriesgarse más que a rechiflas aisladas, ahora que el poder presidencial ha muerto, ni siquiera el Presidente puede hacerle algo.

No se puede decir lo mismo de su compadre textilero, el afamado Rey de la Mezclilla, quien ahora está padeciendo, además de las oleadas de basura sacadas de sus propias acciones, una serie de revelaciones de que, como empresario ejemplar, evadía a las autoridades fiscales, al Seguro Social y a sus propios trabajadores, sometidos al régimen conocido del trato maquilador, una combinación espantosa de explotación económica y abusos personales sin fin. Sin embargo, a este hombre ya no lo dejarán en paz puesto que a medida que salen a la luz los turbios negocios de él y sus allegados (sorprendente la declaración de las autoridades de derechos humanos del estado que no conocían la existencia de una maquila al interior de un penal local regenteado por uno de sus amigos) las autoridades no tendrán más remedio que irse contra este empresario cuyo poder fue suficiente como para hacer que gobernadores le prestaran favores inmediatos (uno manipulando el aparato de justicia local y otro, el de Chiapas, acercándole solícitamente el contacto con los editores del diario La Jornada, como si el empresario no hubiera podido tomar el teléfono y marcar a la redacción).

Lo cierto es que el PRI pierde más de lo que gana con este asunto ya que si bien la población puede soportar (e incluso aprobar) la corrupción en el gobierno, estos asuntos que involucran abuso sexual a menores son de los menos tolerados, condenando severamente a quien los defienda. Si en el equipo de Roberto Madrazo piensan que este es un asunto que no les compete, quizá sería conveniente que lo reflexionaran detenidamente: el desprestigio de un gobernador cuyo partido no lo repudia por las barbaridades cometidas está condenado a padecer su suerte en los tiempos por venir.

Apunte personal: Regreso de Seattle
Los viajes ilustran, eso no tiene duda alguna. Por ello el viaje que realicé la semana pasada a Seattle fue sumamente ilustrador. Elimina algunas ideas falsas que uno mantiene por dentro (como la idea de que un día soleado es por fuerza un día caluroso) y que le permite a uno explorar nuevas experiencias hedonistas (una maravilla eso de pasearse en bata después de un relajante baño de tina en el piso 45 de un hotel de la ciudad mientras el paisaje iluminado de la ciudad enreda la imaginación del viajero).

Cierto, el viaje no fue de placer (hay que escribir un buen artículo acerca de las novedades aviónicas de Boeing), pero ciertamente es maravilloso conocer nuevas tierras, escuchar nuevas músicas y mirar nuevos paisajes. ¿Alguien desea una pata de cangrejo de Alaska bañada en mantequilla derretida?

Friday, February 17, 2006

POR UNA MANZANA MEJOR

Pues bien, ya comentaba la semana pasada acerca de las vicisitudes de mi grosero capitalismo. Pues bien, como fruto de mi incansable labor como panegírico de la explotación del obrero intelectual, es que me he hecho propietario de una bella, pequeña, veloz y deliciosa Mac Mini . Cosas de la vida. Cuando compré (bueno, mis padres) mi primera Mac hace unos 10 años, la máquina (si no mal recuerdo una Performa 570 o algo así) era ni más ni menos que un armatoste de dimensiones más que respetables: una máquina que pesaba quizá unos 15 kilitos sin problema alguno, y eso sin contar con el módem que venía aparte (y que por una tragedia meteorológica fue víctima de un rayo fulminante.

Luego vino la ostra: una computadora que compré con los ahorros de mi primera liquidación, una iBook G3 de 500Mhz y flamantes 128 Mb de memoria en RAM. Esta fue una computadora que he apreciado con todo mi corazón porque me acompañó a mis primeras andanzas en el mundo del desempleo, con la que redacté mis primeras notas periodísticas para la revista Cambio hace ya casi media década y que me acompañó en mis incursiones poco exitosas en el mundo del emprendedor por causa del desempleo.

Sin embargo, media década más tarde, los avances de la tecnología son inefables, y aunque la iBook se defendió como las grandes (con la ayuda de un par de chips de memoria y de unos pesos arrancados a la vida del freelance), su tiempo llegó sin prisa ni pausa. Como sucede con aquellas cosas que usamos a diario, comenzó a ponerse lenta y achacosa, el monitor comenzó a perder el brillo lozano, la pantalla de 12 pulgadas ya no era pieza para la enorme cantidad de información que tengo que estar procesando cada día, y para colmo de males, en la última actualización del software me vi obligado a borrar buena parte de mi archivo personal de música. Era tiempo de pasar al siguiente nivel.

Y aquí estamos, como si nos estuviéramos mudando de casa, yo en esta madrugada instalando la máquina, poniéndola a punto para que comience a rendir sus frutos y que los programas funcionen cual debe ser. Pero no me he olvidado de mi vieja ostra. Se encuentra esta noche aquí a mi lado, esperando serenamente, como lo ha hecho en las noches de insomnio desde hace media década. Gracias ostra. Gracias por la chamba realizada. Muy agradecido por los momentos chidos y por las sesiones de Sim City. Gracias por enseñarme a tener paciencia y ser un escritor. Una pena que ya no podamos seguir caminando juntos, pero no te preocupes, aquí la nueva Mac Mini se encuentra a la orden y de seguro me dará muy buena batalla en los años por venir y no te apures, en una de estas y nos acabamos yendo de viaje de vez en cuando.

Gracias ostra.

Sunday, February 05, 2006

CERDO CAPITALISTA

Sin cortapisas lo admito, me he beneficiado de hacer negocios con empresas globales; he obtenido pingües ganancias de la explotación de personas que me son desconocidas en el otro lado del mundo y he participado de transacciones financieras con entidades extranjeras y, ¡horror de horrores!, he aceptado pagos en dólares por parte del enemigo imperialista y para colmo de males, todo esto lo he hecho sin siquiera mover un dedo.

Vamos a la historia.

Hace muchos años, antes incluso de que supiera que me dedicaría a esto del periodismo, trabajaba en una empresa transnacional especializada en rediseño de procesos y construcción de soluciones tecnológicas para la mejora en el desempeño de sus clientes (es quizá la más simple forma de describir la actividad de dicha empresa, hija de lo que se llama "virtualización de la producción"). El trabajo que allí hacía tenía el impresionante nombre de "analista de servicios creativos", aunque en la realidad la chamba consistía en una combinación de redactor técnico y diseñador gráfico. Encorbatado y sujeto a un horario que ejercía en los límites de uno de estos edificios que dan por llamar inteligentes pasaba mis días, rumiando si acaso ese sería mi destino para siempre: una chamba muy bien pagada pero que me encadenaría a un destino al que me resistía con todas mis fuerzas.

Pero, cosas que pasan en la vida, uno de los privilegios de trabajar en tan conspicua organización fue ni más ni menos que me hicieran partícipe de una repartición de acciones que la empresa ofrecía como una graciosa concesión a sus empleados para celebrar, ni más ni menos, que la entrada de la empresa al New York Stock Exchange. Cabe aclarar que todo esto sucedía mientras en las montañas de Afganistán, cierto terrorista ahora legendario preparaba una andanada de atentados que habrían de alterar la relación entre los ciudadanos de nuestro planeta, por no mencionar el terrible golpe que representarían a la economía del planeta.

Y en efecto, me dieron un puñado (más de 50) de acciones de la empresa. Pero cuando me avisaron que las acciones no se harían efectivas inmediatamente, sino que pasarían dos años antes de que pudiera hacer algo con los documentos, simplemente guardé la carta de concesión de las acciones en un cajón y decidí seguir mi vida. Y en apenas unas cuentas semanas, la vida dio un giro que aún no logro comprender del todo: vino el 11 de septiembre de 2001, se presentó una oportunidad de salirme de aquel trabajo y de comenzar mi carrera como periodista en el azaroso y siempre emocionante mundo del freeelance.

Pero las acciones se quedaron conmigo.

No fue sino hasta un par de años más tarde cuando llegó a mi casa la carta de un banco americano: Smith Barney Citigroup, donde se me hacía partícipe de que una parte de las acciones estaban en mi poder y que podía hacer con ellas lo que me pluguiera. Y lo que me plugo fue no hacer nada. Dejé que las acciones reposaran en alguna parte de los servidores del banco y siguieran navegando dentro de los mares de la bolsa de valores neoyorquina. Y así pasó un par de años más hasta que el verano pasado me comenzaron a llegar sobres con documentos tan variopintos como formas fiscales gringas, folletos del desempeño de la empresa, invitaciones para asistir a juntas de accionistas en los Estados Unidos y lo mejor de todo: un chequesote por 15.90 dólares como mi participación en las ganancias de la empresa. Un cheque que obviamente no he cobrado, pero que adorna mi escritorio y me recuerda que, pese a lo crítico que pueda parecer hacia el capitalismo global, lo cierto es que soy tan burgués como cualquier otro.

¿Qué haría si pudiera cambiar mi cheque? Me compraría un puro cubano y lo fumaría lentamente para recordar lo maravilloso que es ser parte de la clase explotadora.