Saturday, October 31, 2009

TU CALAVERITA

Ay amor, ay dolor,
como un sueño se me fue,
como nube se esfumo,
con el viento se envolvio,
dejo, de ser ese querer,
que mi pasion robo,
con su traición tan cruel,
que mi alma destrozo,
sin compasión.

Como fue, yo no se,
yo la amaba con locura fiebre,
sangre y la ternura,
de este cuerpo mio,
que hoy muere de frio,
soledad y astio,
y el presentimiento,
de no verla ya,
nunca jamas, nunca jamas,
nunca jamas, nunca jamas,
ay ay ay ay ay, amor,
ay dolor.

Como nube se me fue,
como viento se esfumo,
con el sueño se envolvio,
dejo de ser ese querer,
que mi pasión robo,
con su traición tan cruel,
que conmigo acabo,
sin compasión.

Oscae Chavez

Sunday, October 25, 2009

ANAGNORISIS

A medida que los días se convierten en semanas y meses; a medida que retazos de información se filtran por entre las vallas de la información; a medida que las cosas adquieren su dimensión verdadera, es que, como en las penubras; brillos y destellos indirectos arrojan luz sobre los aspectos de mi vida con la ola paciana que fue Alí .

Y el hecho es claro. Ella, cuando acudió a mí, no era porque mi corazón la buscara: ella, cuando acudió a mi, esperaba la reedición del viejo rol. Ella no quería una pareja porque ya la tenía. Si aceptó mi propuesta y luego se retiró no fue por otra cosa sino porque ella pensaba que en mi persona hallaría los trazos de la estabilidad que le permitieran curarse los males de su alma.

Adrede o de forma accidental, me convertí en parte de un plan que ella tenía para cambiar lo que había sido el rumbo de su vida. Pero yo no era la única estrategia. En otros frentes ella trataba de sanar su mente y su cuerpo. Trabajaba frenéticamente en su tesis, buscaba el apoyo profesional para expulsar de su mente las tormentas y se hizo de una pareja.

Lamentablemente yo ya no estaba en el departamento de las salvaciones desinteresadas. Yo quería que ella fuera mi chica. Quizá por ello me sorprendió cuando aceptó las condiciones que le plantee cuando regresé de un viaje a Brasil, que me reportó el único episodio en mi vida de migraña y ulcera estomacal en un avion. Algo que no podré olvidar.

Pero ahora, según la información que gotea por entre los ladrillos de la confusión, ahora comprendo que ella me aceptó por razones incorrectas. Me aceptó porque no estaba en condiciones de contraproponer nada; ella era lquien en primer lugar me había buscado, ¿no?

Eso con el paso de los meses habría de reventar las cosas, terminaría por dinamitar la relación y terminar la cosa frente a una taza de café.

Claro, de haber sabido lo que pasaba tras bambalinas me lo hubiera pensado mejor. O quizá, lo hubiera aceptado de todos modos. Ella era una persona tan preciada que quizá no me hubiera importado estar cerca de ella, aunque fuese en el modo de plato de segunda mesa.

Pero ella aceptó las condiciones que, claro, duraron lo que me imagino duró el tiempo para que pensara en su contradicción.

Y por supuesto que viene la lista de quizás:

- Quizá debia haber ido a su fiesta de cumpleaños de 2008, cuando me invitó y me dijo que le habría encantado sentirse acompañada por mi.
- Quizá debí haber comprendido más sus impuntualidades y ausencias: tenía dos corazones que atender.

Pero las cosas operaron en un modo distinto y ahora sólo queda pensar en torno a lo que pasó.

Como el ser mítico que Borges describió, siempre funcioné para ella como el elusivo hidebehind.

Pero entretanto lo nuestro se desbarató, pude decir lo que ahora es parte de mis mottos personales:

God's in his Heaven
And all's right.

Thursday, October 22, 2009

ELECCIONES

Tomare un poco de tiempo para decir algo mundano.

Ya me lo habian advertido. El hombre no es quien elige, vive con esa ilusion falsa.

Y es curioso, cuando a uno le plantan en la cara ese hecho. Uno puede ser objeto y no solo el sujeto observante de toda la vida.

Uno puede ser elegido. Y uno es elegido.

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Tuesday, October 20, 2009

SALVAR POR DEFECTO

Aun me falta tiempo para aquilatar la ultima etapa de mi relacion con Ali. Pero no quiero que esto impida pensar en otros temas que me parecen relevantes.

¿Podia haber salvado a Ali? No en el sentido de una mano que desde el cielo detiene el sacrificio como le paso a Abraham.

Nada de eso.

Pienso mas bien en un sentido mucho mas profundo. Su vida habia sido azaroza. Era hija de dos paises, vivia un dia en una dimension y otro dia en otra.

Erraba por la ciudad, se escapaba hacia los callejones de la ciudad y en una ocasion me confio que habia huido a una casa semiabandonada para aislarse por una buena temporada.

Era una mujer en busca de sentido.

Es claro que yo no pude darle ese sentido que buscaba. Mi relacion con ella naufrago en buena parte por eso.

Aunque me lo conto, aunque me lo dijo muchas veces, nunca pondere en toda su dimension su caracter de sobreviviente.

Habia sobrevivido al cataclismo de su nacimiento. Habia sobrevivido a una adolescencia marcada por el derrumbe de su entorno.
Habia sobrevivido a las derivas de la soledad.

Demasiadas cargas le obligaron a vivir en permanente construccion. En una desesperada busqueda me atreveria a decir.

Su huida a Panama, supongo sin mas herramientas que mi deduccion, fue un recurso extremo; buscar en un la geografia del espacio los mapas de su identidad.

Pero tuvo que volver. La visita se torno agria y creo que se hallo en una situacion no muy diferente de la que busco huir.

Con ese expediente regreso a este pais. Años habrian de pasar antes que volviera a mi vida. Pero por lo que me entero ella, tampoco habia sido un retorno terso.

En su busqueda incesante haboa topado con las soluciones faciles. Las personas y escencias que aparecen en este tipo de casos. Las felicidades enlatadas, los especialistas de lo inmediato.

Por poco y vuelve a perder la vida en esos trances. Solo asi quiza se acordo del tipo que le hqbia dejado en una caja sus poemas y un deseo para que fuera feliz.

Pero no era que me quisiera. Quiza penso que yo podria ser aquello que le diera eje, que le permitiera caminar en linea recta y que le ayudara a despejar de una vez por todas sus incognitas.

Pero yo tenia otras cosas en la cabeza.



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Friday, October 16, 2009

LA VIDA SIN TI 7: ME PRENDI DE TU CINTURA

Nota al calce:
Ante la muerte, el único remedio que se me ocurre es vivir la vida. Y eso lo que hago, vivir la vida con toda la intensidad de la que soy capaz, aunque por ello tenga que mimetizarme con el caos que busco y que me rodea.

Y por cierto, putos poetas. Nadie la recuerda. Se que no era la estrella más rutilante del espacio literario del país pero, ¡coño!, era una colega. Algo de solidaridad gremial se hubiera agradecido, de menos por compromiso. Pero me imagino que sus compromisos de verdad están con las becas que esperan a cambio de rumiar sus versitos de porquería travestidos de marginalidad "tres chic".

He pasado algunos días pensando cómo podría narrar lo que sucedió a partir del 2 de julio de 2008, cuando Alí marcó a mi teléfono celular. Me es difícil porque es, en los hechos, crónica de un asunto complicado que aún no he terminado de comprender en toda su extensión, más que nada porque, a la luz de los hechos, creo que esto terminará causando efectos en la más larga extensión de tiempo y en la profundidad de efectos que aún no puedo menos que vislumbrar.

Su llamada aquella tarde me sorprendió. Me sorprendió porque, como a veces pasa, me había fugado de mi rutina, por lo que en cierto sentido me sentí un poco mal por haber invocado el sentimiento de culpa. Aquella nomás se me quedó mirando con un poco de impaciencia mientras los ecos de la voz en buena parte olvidada reverdecían ante mi oreja.

Era una sorpresa, pero también un dejo de intrigas. Yo, una persona que suele esconderse en el subsuelo de su refugio montañés ahora me enteraba que me había buscado con afán por esas esquinas del mundo. Que no me había olvidado, a mí, una persona que buscaba perderse luego de los naufragios y que suele cubrirse con su capa de invisibilidad.

En serio que no pensé que le importara tanto.

Tan sorprendido quedé que sin duda acepté que habláramos días después para platicar (además, mi fuga estaba siendo observada con ojos severos) y ponernos de acuerdo para una posible cita prescencial.

En realidad, no pensaba que me llamara una vez más. Llenándome de negros presagios y con la desilusión por adelantado y con la espera de que no me marcara una vez más.

¿Por qué?

Porque no quería volver al papel del caballero galante, no quería volver a ceñir la espada y lanzarme a la batalla sin más que vanas esperanzas para combatir la incertidumbre.

Pero por otro lado, ¿qué engranes le moví a esta hermosa mujer para que me buscara? Yo, un tipo más o menos indigno de ciertas confianzas, destinado desde siempre al encierro. Destinado a la contemplación a través de las ventanas y los espejos. Destinado al olvido, a ser olvidado y reemplazado con sombras más útiles.

¿Para qué me quería?

No tardé en enterarme. Una semana después apareció, puntual, delgada y vestida con la elegancia que sólo podría existir en la Suzanne de Leonard Cohen.

Era un ángel.

Saturday, October 10, 2009

A MANERA DE PAUSA


Estoy orgulloso por tus compañeras. Su valor para gritar enmedio del Zócalo tu nombre. Por su ánimo para desafiar el sol de este anómalo otoño. Por su labor de amor para decirle a quien pudiera escucharlo, que esto que te pasó no debe suceder de nuevo.

Quisiera creer que con eso basta. Quisiera pensar que con que el responsable de tu muerte reciba el castigo correspondiente la violencia cesará. Pero en el fondo se que eso no pasará. No soy un pesimista, pero lo mismo lo decía aquella vez que fuimos a ver el documental Bajo Juárez.

Recuerdo que ante un plato de ensalada (y tu clásico berrinche por la pasta ala arabiata) platicábamos de la película. Recuerdo cómo te conmovió hasta las lágrimas la hora y media de cine que vimos.

A mi no me gustó mucho el documental. Entremeter en la trama que los oligarcas de la ciudad eran los responsables de los asesinatos, recurriendo a elementos emocionales de la escuela de Michael Moore y Morgan Spurlock me pareció injusto. No porque pensara que que son inocentes palomitas, sino porque, como la realidad me lo habría de enseñar tiempo después, los asesinos de mujeres no son las bestias negras salidas de las alcantarillas o de las salas sadomasoquistas de exóticos y acaudalados criminales.

No.

La realidad, en una dolorosísima lección, mostró lo que todo tipo de científicos sociales abocados al tema saben de sobra. Los agresores vivien en el cuarto de al lado, son el padre, el tío, el primo, la pareja.

No son seres anónimos que aparecen de la nada en esquinas oscuras (aunque no faltan los de esa calaña), son gente que conoce a sua víctimas, desayuna y cena con ellas. Conoce sus debilidades y sus momentos oscuros. Son casi el enemigo perfecto porque, por amor o por destino son los guardianes de sus corazones, de sus secretos y de su felicidad.

Y por eso el daño que les causan es casi infinito.

No me tocará preguntar los porqués del caso criminal de Alí (como una de las personas que la amó), no me gustaría averiguar muchos cómos y por qués que no le pregunté... fueron umbrales que jamás quise atravesar. Supuse que el tiempo y la distancia me los aclararían, pero ahora resulta que esos secretos delicadamente envueltos terminarán expuestos en un vulgar legajo judicial.

Pero si así es como la justicia debe hacerse....

Sólo podría agregar que, a medida que te conviertes en un símbolo, mi alma descansa. Porque veo que poco a poco podrás sostenerte en la mente de personas que te conocieron o no, pero que ahora saben que tu vida se perdió por un acto reprobable, deleznable y que un hombre, que tenga los testículos para admitir que lo es, nunca, pero nunca debe poner la violencia sobre la mesa.

Y ojalá que ese sea el legado trascendente de esta tragedia en la que sin querer he terminado de narrador sin lugar en el libro.

Ojalá.

LA VIDA SIN TI 6: OTRAS VOCES, OTROS AMBITOS

Nota al calce: Veo con ojos contentos cómo es que tu muerte no parece caer en el vacío. Compañeras tuyas toman la estafeta y lucharán para mantenerte viva como un acto de justicia contra una reedición más del viejo cuento de la impunidad, ejecutada en la cocina de un departamento ignominioso del centro de la Ciudad de México.

Quizá no congeniaría demasiado con tus coequiperas (tu sabes que los ismos me dan comezón), pero admiro de verdad su valor y su capacidad para embarcarse en la lucha por tu nombre y tu honra. Por ello, y a quien le interese, siempre podrá ver lo que se hace por ella en esta liga.

Regresamos a la relatoría.

Cuando se fue. Cuando supe que había tomado el vuelo hacia Panamá, pude finalmente respirar tranquilo. ¿Por qué? Porque sabía que estaba dejando una existencia complicada, problemática y se daba la oportunidad de comenzar de nuevo.

Que si la quería. No tenía duda de ello. Ahora que reviso mis archivos encuentro copias digitales de las cartas que le escribí, de los textos que le dediqué, de los pensamientos que en ella me inspiré, fuese en la Av. Juscelino Kubitschek de Sao Paulo que en la Union Square de San Francisco o en el barrio El Cartucho de Bogotá o el más local portal de la iglesia de la Santa Veracruz una tarde de chubasco.

Alí era parte de mi equipaje. Viajaba conmigo. Sin embargo, no podía ofrecerle mucho más que las palomitas y las caminatas por la ciudad. No tenía dinero. Como dice el maestro Kapuscinski, en un principio el oficio del periodismo es muy ingrato, paga poco y jode muchísimo.

No podía comprarme nada de demasiado valor. Mi computadora se deshacía de vieja y ni siquiera podía comprarme una ropa decente. Sí, se que a ella nada de esto le importaba. Pero a decir verdad, con ella tenía planes grandes.

Sí, pensaba en irme a vivir con ella, en proponerle rentar un departamento donde pudiera exorcizar sus demonios y pudiera estar conmigo. Por el rumbo de San Pedro de los Pinos. De cuando en cuando las fantasías llegaban a mi sueño nocturno. Sueños de fuga dirían algunos. Anhelos de cotidianeidad dirían otros. Simplemente era mi deseo de que ella pudiera compartir cosas conmigo.

Más aún. Una ocasión que fuimos a un concierto de Goran Bregovic, mientras ella brincaba el tema de Underground es que me me la imaginé perfecta. Vestida de blanco, con una tiara de flores bailando el wedding cocek.

Estaba dispuesto a brincar las barreras de mi cultura y la familia en la que fui criado. No me casaría con ella. Dejaría que libre viniera a mi y libre se fuera cuando lo deseara. No me importaría que mi familia católica y conservadora se interpusiera. Sólo dejen que juntara la lana.

Pero no junté nada. Primero porque ella se fue. En un acto atrabilario me quedé sin sus imágenes ni sus recuerdos. La saqué de esa casa imaginaria a empujones. Si ella no estaba conmigo, no quería lidiar con su ausencia.

Pero mientras ella hacía su vida lejos, los engranes de la vida movían sus mecanismos sin prisa ni pausa.

La disociación de la que he hablado en ocasiones volvió una vez más a mi persona. Comencé a actuar en conjunto con mis heterónimos. Para sostenerme en esta ausencia fue que apareció la estructura que sigue vigente hasta el día de hoy. Unas horas para mi, otras para aquella, otras para la vecina de la ciudad de enfrente. Todo en paralelo y en simultáneo. Súmale los minutos fugaces entre estaciones del metro, escapadas hacia pozos luminosos y en los desdoblamientos cruzando espejos una y otra vez, como Lewis Carroll no lo pudo escribir jamás.

En pocas palabras. Llené su ausencia con máscaras.

Pero eso estaba bien. Como siempre lo he dicho, no le hago daño a nadie, todo es por consenso y en ocasiones hasta uno que otro aplauso por la dicha provista. Nada que no se haga.

Al mismo tiempo, luego de meses de rumiar los hechos es que me convencía más y más de mi error. Del error fundamental de haberle ofrecido la espada del caballero cuando en realidad lo que debía haber sido fue plantearle la relación común de todos los mortales que se enamoran unos de otros.

Viví un mundo de fantasía con ella. Pero la fantasía, sólo se sostiene con la ilusión; y amigos míos, la fantasía es un mundo irreal.

Pero era lo que tenía.

Por otro lado, con el paso de los años el oficio que me sostenía comenzó a hacerse más interesante, mejor pagado. La vida sonreía.

Pero yo no demasiado.

Ahora lo veo con la luz del pasado. Con la edad dejé las ingenuidades atrás. Finalmente podía presentarme como lo que soy. Y eso funcionaba... algunas veces.

Liberado de las obligaciones de la moral y de las timideces, los romanticismos se quedaron atrás, sepultados con los recuerdos de una chica que pasó por tres años de mi vida y que como en un acto de magia, se desapareció una mañana de domingo.

Claro que la recordaba. Era la extraña fundamental de Douglas Coupland. Cada día de su cumpleaños le escribía un pensamiento. Deseándole en el fondo que estuviera bien, y secretamente, que se quedara en Panamá. Que no volviera y que me permitiera pensarla como un recuerdo, un lindo recuerdo de lo que no pudo ser.

Y así pudimos vivir hasta julio del año pasado...

Wednesday, October 07, 2009

LA VIDA SIN TI 5: DON'T TELL, DON'T ASK

Nota al calce: Pongo unas palabras de Norman Mailer, quien he estado leyendo por años y esta mañana tuve la chance de leer mientras el sol me devoraba:

Si uno tiene el coraje de pensar en cada aspecto del acto - no me refiero a pensar mecánicamente en él-, si uno es capaz de rumiar sore el acto, demorarse en él entonces uno es cambiado por el acto. Porque en el acto de restaurar la armonía de uno, uno tiene que encontrar todos los motivos por los que fue sacudido.


Lástima que el acto del que habla Mailer no tiene nada que ver con el acto doloroso de hallar sus rastros desperdigados por la mar virtualia, pero así es esto de hallarle sentido al sinsentido.

De vuelta a la relatoría:

Verla sentadita en una banca de madera junto al cine. Ese era el placer de mi vida. Demorar un par de minutos para verla leyendo, absorta en lo que aprendía. Lo que me molestaba más al principio: su insistencia para saludarme como si me vendiera una enciclopedia.

Pero nada de eso me importaba. A medida que compartíamos películas y más películas. A medida que me mostraba los libros que leía en la minúscula bolsa que llebaba consigo. A medida que pasaron los años en los que se me volvió constumbre ponerla en mi agenda como parte de las actividades de la semana es que crecí con ella.

Quizá nunca se lo dije con sinceridad, pero mientras íbamos y veníamos por la ciudad, en otros lados de mi vida comenzaban a operar procesos distintos: de pronto la apuesta que había hecho por el periodismo comenzaba a fructificar, de pronto comenzaba a adquirir un camino.

Y ello junto a ella.

Pero yo no sabía nada de ella. Ecos de cómo terminó su preparatoria, cómo decidió irse por las Letras Clásicas, cómo es que vivía en casa de su mamá, de cómo es que su mundo parecía desdoblarse por dolores que sospechaba pero no me atrevía siquiera a indagar.

Cobardía mía.

Eso es lo que describe eso. Tenía miedo de que me dijera las palabras fatídicas: Fíjate que tengo a alguien. Y era un miedo estúpido ya que de todos modos sabía lo que se movía tras bambalinas. Lo sabía por pequeñas declinaciones en el tono de su voz al hablar de alguien, de horas mistriosamente perdidas.

Pero de mi lado tampoco era mejor. Le oculté mi disociación, le oculté las estrategias que tenía para vivir, le oculté mi nombre y le oculté hasta el sitio donde vivía.

Y por un tiempo, eso estuvo bien.

Hasta que, una buena tarde de verano, cuando supe que ella se iría a vivir un tiempo a Panamá, con la familia de su padre.

Ella se había convertido en la compañera de demasiadas aventuras y era la depositaria de demasiados sentimientos. Y era sólo para mi. Nadie sabía de su existencia. Nadie la conocía. Nadie de mis amigos, de mi familia. Era el tesoro secreto perfecto. No se si ella hizo lo mismo, pero sospecho que así fue ya que, a semanas de su fallecimiento, nadie se ha molestado en preguntar por mí en el plano de la realidad.

Eramos secreto mutuo.

Era oculta a todos y a todo. Nunca me inmiscuí en sus asuntos, jamás la fui a buscar a su salón de clases (aunque me moría de las ganas de irrumpir con un ramo de flores) y en la medida de lo posible, trataba de mantenerme al margen. Sólo haciéndome presente para saber en lo que andaba y robarle horas de contemplación.

A estas alturas alguien preguntará. ¿Nunca intentaste seducirla?

Honestamente, no. Sabía que con ella la cosa era diferente. De cualquier modo, ya para entonces tenía quien apurara esos cálices de mi existencia, por lo que ella podía existir en el mundo irreal de las ideas sin que pensara más cosas traviesas que besarla en la boca.

Sólo Oja Mariko la conoció y la vió y supo cómo se escuchaba su voz en persona. Sólo Oja Mariko conservó imágenes de ella, que ahora reemplazan los agujeros de la memoria que me taladré cuando partió hacia Panamá.

Porque se terminó por ir, pero justo antes le dije y le presenté un largo pliego con lo que sentía. Pobrecilla. Se quedó con una sorpresa enorme en la mirada y más porque cuando cerró los ojos le robé el primer beso que nos dimos. Sus labios sabían a la sal de las papas que estaba comiendo en ese momento.

Pero fue una experiencia agria. Ella no podía responder a mis lamentos. Estaba yéndose y en el fondo, lo hice en aquel momento para que quedara claro que nos dejaríamos de ver. Que allí terminaría la cosa, que no quería que se fuera conmigo pegado a sus jeans. No quería tener que cargar con el dolor de su ausencia en mi vida y menos aún, quería correr por Centroamérica para ver dónde andaba.

Con todo el dolor de mi corazón llevé la nave a un primer naufragio. Y vaya que a ella le dolió. Recuerdo cómo es que vi sus lágrimas en la calle y cómo fue a buscarme con mi hermana Oja. Y cómo fue peor porque le regresé las cosas que me había regalado: sus fotografías, sus textos, todas las cosas suyas que me había compartido y regalado.

Fue un acto desesperado en la mitad de la madrugada de domigo. Pero tenía que hacerlo. No podía vivir con su recuerdo torturándome en la ausencia. Era necesario que se desvaneciera a la de ya. Así es como hacía las cosas. Así debían hacerse.

Y así se hicieron.

Y así es como se preparó el primer abismo.

Porque se fue.

Y quise pensar que jamás volvería a saber de ella.

Y quise pensar que en la tierra de sus ancestros hallaría el destino y el amor y la fijación a una tierra.

Y quise pensar que sin ella la cosa sería mejor.

Y lo fue, pero no del todo.

LA VIDA SIN TI 4: ANÁLISIS TRANSACCIONAL

Nota al calce: ayer acudí a la Facultad a ver si encontraba algo tuyo. Hice lo que jamás mientras estuve junto a ti: interferir tu espacio, en los pasillos y salones donde tomaste clases. Busqué en papeleras y periódicos murales si hallaba los rastros de tu paso por el mundo académico que tanto te interesaba.

Nada. Sólo risas de alumnos recién desempacados enmedio del calor de la tarde. Una clase donde se debatían cosas de letras sin importancia para mí. La erosión del tiempo es irremediable. Ganas me dieron de preguntar sobre tu paradero, pero como en otras ocasiones, me quedé mirando a medida que los pasillos se vaciaban y los profesores corrían a impartir las cátedras que ya no te tocará escuchar...

Regresamos a la relatoría.

SALON DE CLASES. DÉCADA DE 1990, ALREDEDOR DEL MEDIODÍA. UN GRUPO DE ESTUDIANTES ESCUCHAN HABLAR A UN PROFESOR ALTO, DE CABELLO LARGO Y FUERTE ACENTO CUBANO. UNOS TOMAN NOTAS, OTROS MIRAN AL ESPACIO VACÍO EN LA ESPERA DE QUE LA CLASE TERMINE.

EL PROFESOR DIBUJA UN TRIÁNGULO EN EL PIZARRÓN BLANCO

Profesor
- Y así es como se desarrolla el modelo de análisis transaccional. En un punto de la vértice tenemos a la víctima, en otra al salvador y en la otra al perseguidor. El rol que jugamos dentro de las relaciones humanas se define en estos tres papeles. El análisis transaccional justamente se basa en este principio.

- Algunas veces jugamos como el perseguidor; el malo de la película, el causante de los sufrimientos ajenos. Otras somos las víctimas, quienes padecen en silencio o entre gritos las torturas e iniquidades de la otra persona. Pero el rol que más me fascina es el del salvador. Ese caballero de armadura reluciente, quien siempre, lanza en ristre, se arroja al salvamento de la princesa o el príncipe, dependiendo de la situación.

- Habrá quien diga que este es un mero asunto de obsesiones. Hay algunos psicólogos que piensan que esta es la imagen más disfuncional de todas. Al fin y al cabo en el reino animal siempre han existido presas y devoradores. Lo anómalo en la cadena alimenticia es quien levante su mano para detener la matanza.

- El salvador es una figura extraña, pero que justamente es la bisagra entre ambas partes. Sin el salvador, la historia de la víctima y su victimario sería de rápida conclusión. Simplemente las cosas llegarían a su fin evolutivo sin más gracia ni historia de por medio. Por extraño que parezca, el salvador, con su papel a caballo entre la redención y la condena es quizá la parte importante porque le da significado a la disfunción en la relación.

LOS ALUMNOS COMIENZAN A LEVANTARSE DEL SALÓN

Profesor:
- Y no lo olviden. El salvador es la víctima propiciatoria de todo. Al menos es lo que nos dice la literatura y la práctica en la clínica.

UN ESTUDIANTE, VESTIDO CON PANTALONES REMENDADOS POR SÍ MISMO, TOMA NOTAS APRESURADAS ANTES DE SALIR AL PASILLO, DONDE UNA MUCHACHA, RUBIA DE OJOS VERDES LE ESPERA PARA IR A ALMORZAR.

CORTE A NEGROS

Esa fue la lección que definió mi papel en la vida. Desde aquel otoño, cuando sin éxito me dejé el cabello largo y caminaba con mi amiga Sahasrara hacia los prados donde nos acostábamos a ver pasar el tiempo antes de la siguiente clase.

Conque sería salvador de princesas en peligro... así fuera.

Pero no se lo dije a Sahas. Estaba demasiado atareado pensando en mis primeros textos para la revista de la escuela y en cómo organizar un viaje a Guanajuato con una chica que había conocido incidentalmente y que fue la primera con quien pasé una noche completa... en una cama individual.

Salvar, esa sería mi misión. Así lo había hecho desde el primer amor en la preparatoria. Salvar a Iyali de sí misma, incluso en la ocasión en que me pidió dinero para que se pagara una prueba de embarazo. Salvar para ganar el amor. Esa era la receta. Ahora estaba claro.

Y fue claro por muchos años, incluso cuando Alí entró en escena...

Tuesday, October 06, 2009

LA VIDA SIN TI 3: EFECTOS SIN CAUSA

Dicen que, ante la muerte, hay poco que decir. Pero quizá, en la ventana que ha abierto el sordo dolor de lo sucedido, es que a medida que el duelo se convierta en meditación, podré hallar el camino que me lleve a la luz de la serenidad, y si tal cosa existe, a liberar de mi peso su alma, para que pueda volar como siempre lo quiso.

Quizá sera una relatoría comentada lo mejor...

Cuando comencé a salir con Alí, hace más de media década, no me imaginaba el resultado que tendría mi relación con ella. Siendo honestos, sólo me interesaba llenarme el ego al salir con una chica mucho menor que yo (le llevaba 9 años), una chica particularmente hermosa, una chica que tenía ideas interesantes en la cabeza, y quizá como no lo pude ver, con una vida muy atribulada.

Sin embargo, eso no me llamaba la atención. En ese momento tenía atravesada una relación que derivaba entre el romance y la simple amistad con una chica que había conocido en mis años de preparatoriano. Por increíble que parezca, ya había pasado más de una década y no podía sacarla de mi vida y me hallaba, como persona, oscilando entre la desilusión y el ánimo de conocer, de una vez por todas, lo que era el amor verdadero.

Y digo que no lo conocía el amor verdadero ni el de cualquier tipo porque, desde mi adolescencia había pasado por una vida amorosa muy desafortunada. A lo largo de los años se sucedieron los fracasos y los rechazos. Pasados los 25 años con estos precedentes, claro que estuve dispuesto a pasar por encima de los problemas para caer en la contemplación de una chica esbelta que aún tenía bracketts en los dientes y a quien le podía enseñar a usar los palitos para comer sushi.

Admito que me la pasé muy bien con ella. Mirando películas, caminando por la ciudad, admirando su plática madura para su edad y aprendiendo lo que le gustaba y disgustaba. Entretanto, el viejo amor de la adolescencia terminó por caerse de la rama (y no de mi gana sino porque la mujer en cuestión terminó casándose) y me dí cuenta de que ella existía y estaba cómoda a mi lado.

Sin embargo, un error me llevó a otro. Nunca indagué su vida personal. Recién escaldado por la experiencia recién vivida, decidí poner un velo de silencio sobre las personas que albergaba su corazón, sobre sus años antes de conocernos y sobre todo, sobre cómo había sido criada. Sólo me interesaba lo que pasaba con ella en las horas deleitosas que me regalaba.

Y así, claro que me enamoré de Alí. Aún pasa por mi mente la imagen aquella: una tarde invernal cuando, caminando por un vacío Bosque de Chapultepec me atrasé para tomarle una foto. La cálida luz que se filtraba en el atardecer y su sonrisa me cautivaron. Fue una llamada de atención, había encontrado la mujer que buscaba.

Pero, en esa falla iba otro error. La Alí con la que me pasaba las mañanas de cine y las tardes de fin de semana no era la Alí real, era la Alí que imaginaba que era. No era una mujer real, era la imagen que yo quería que ella fuera.

Eso determinaría el futuro de la situación....

Sunday, October 04, 2009

MURAKAMI, EL DOLOR Y LA CULPA

Mientras pasa el tiempo, haciendo que el rumor de las olas se vuelva murmullo y luego silencio; mientras el calor de este otoño asfixia mi gripe; mientras trato de dar brazadas lo suficientemente prolongadas para que me saquen de esta corriente oscura es que pienso en Haruki Murakami.

La primera vez que leí sus libros, lo hice en un sumplemento de periódico. Me impactó el poder de un hombre para retratar dos sentimientos difíciles por su complejidad y vecindad: la nostalgia y la culpa.

Tokio Blues destila esos dos componentes: la nostalgia de un pasado de sensaciones apenas en gestación y la culpa por la muerte ajena. La muerte como trasfondo que une vidas y las va hilando en un tejido cálido que se forma por agujeros y espacios. Una suerte de tejido que no existe, pero cuyo peso es medido en cada una de las horas en las que los personajes giran tratando de hallar un lugar, cuando las cosas viven fuera de control.

¿Y saben qué? Alí se llevó el ejemplar que yo tenía. Se lo dí, sin jamás imaginarme que la narrativa traumática de sus hojas se trasplantaría a mis días y el plano real de mi vida, porque, como lo escribí hace unos días; como en la novela, todo comenzó en un aeropuerto anodino, entre puestos de café y la luz blanca, intensa, colándose por los pasillos.

Y allí está la nostalgia, joven aún. Nostalgia por el último amor de mi adolescencia y el primero de mi adultez. El amor que te hace dejar de pensar en paisajes tierno y te interna en las difíciles labores de construcción, destrucción y reconstrucción, una dialéctica del alma. Nostalgia por un tiempo en el que podía ser a la vez un joven estudiante y un inexperto empresario y un periodista en ciernes.

Nostagia por el sur, por Plaza Loreto, por las canciones de Jaime López y las caminatas por el centro de la ciudad. Nostalgias que son, en última instancia, las herencias que nos dejan quienes han fallecido.

Y lo otro, la culpa. Culpa dolorosa y punzante. Culpa por haber hecho no haber hecho lo suficiente. Culpa por no haber podido darle lo que necesitaba, por no tener las agallas de cruzar la ciudad las veces que fuera necesario en pos de su bienestar mental. Culpa por no haber podido modular mis sentimientos y no dejar que la cosa creciera, sino anegándola hasta el punto en que ella ya no quiso estar conmigo.

Culpa por esto y por lo otro. Culpa por lo que se hizo y culpa por lo que se dejó de hacer.

Pero Oja Mariko lo dice bien. No debo albergar culpa. En su momento hice lo que mejor pude, le di lo que mejor estuvo en mi mano. Ella misma tomó la decisión, una tarde de octubre, de decirme que ya no contara con ella. Y yo, respeté su decisión hasta el doloroso nivel de cortar toda comunicación con ella, dejarle de hablar, para que ella no sintiera mi sombra ominosa en su vida, para que ella encontrara el sentido de su vida y eso que llamamos amor y que no pudo acabar de nacer entre nosotros dos.

Sí, siempre podremos hacer las cosas de mejor modo, pero a veces las opciones son mucho menores: sólo podemos optar entre lo malo y lo peor. Pero ahora que tengo algunas imágenes frente a mi, es que pienso que es verdad, al menos le pude ofrecer los pedazos de felicidad que pude, todos los que fueron posibles.

Y eso debe quedar tatuado en mi mente. Murakami lo deja bien pespuntado. En la elección entre la vida y la muerte, la vida es lo que nos arrastra. A empujones y quejidos, la vida es lo que nos mueve. Quizá no con la energía que uno espera y desea, pero por supuesto que nos mueve. Eso debe quedar bien en claro.

Pero como siempre, en la noche, los sueños se encargarán de ponerme los imaginarios en la cabeza. No me preocupo por ello, de cualquier modo, los escenarios imaginarios se han convertido en la especialidad de la casa.

Saturday, October 03, 2009

UNAS PALABRAS PARA OTRA PERSONA

Oja Mariko:

Ya hablaremos de todo esto en detalle, pero quiero agradecerte aquí la ayuda que me has brindado. Tu hombro y tu mano durante esta ordalía me han sido invaluables.

Sólo (como tu sabes que lo estoy), no podría haber sobrevivido esta ola de dolor. Sin más que nuestra relación, me has acompañado en estas terribles horas sin más retribución que un plato de bulgoyi coreano y mis lágrimas empapando tu blusa.

Ya vendrán días mejores y soles menos devastadores que éste, y será en esos momentos cuando te retribuya al menos en lo posible la sanación que mi alma opera segundo a segundo, a medida que el rumor de las piedras se aleje, y que comience a mirar esto que hoy me atraviesa como una de tantas cicatrices que la vida nos tatúa como certificados de existencia para que no se nos olvide de lo que estamos hechos: alma y un poco de carne.

Un besote queridísima Oja.
Le quiere intensamente
Ch.

PD.
Somos unos nacos ante ojos coreanos. Ya sé para qué sirve la lechuga.

UNAS PALABRAS PARA UNA PERSONA

Conrado:

Gracias por tu mensaje. La vida que le insuflaste a Alí se convirtió en fuerza vital para mi persona e hizo cosas que creí imposibles. Su recuerdo me impregna porque su influencia camina en mí, en cada una de las cosas que hago y en la forma en que vivo mis días.

Sólo puedo expresarte que la vida que insuflaste en tu hija floreció y da frutos, en el mundo y mucho más humildemente en un servidor, quien al haberla hallado y al haberla querido y al haber estado con ella, descubrió lo que significaba ser humano en toda su palabra.

Quiero compartir contigo esto, que a lo mejor ya conoces, a lo mejor no. Es un espacio que ella mantenía con algunos de sus textos, quiza no tantos porque en una ocasión me decía que ella en lugar de navegar, naufragaba en Internet y a que, en un acto osado con su computadora, borró buena parte de su obra poética.


Esto es un pequeño atolón de luz enmedio del mar de penumbras que vivimos estos días. Deseo te de fuerza para seguir adelante, y aunque nunca podré equipararme al dolor que sientes, quiero pensar que hay muchos más que, con el paso del tiempo, harán que los hilos invisibles que nos unieron a ella comiencen a aparecer y así, al menos, reconstruir en el imaginario lo que la realidad ya no nos podrá brindar.

Te mando un abrazo en la distancia

Friday, October 02, 2009

COORDENADAS




Panteón Jilotepec
Xochimilco

Lote 4
Línea 29
Fosa 9

Allí te encontraré.

Gracias por todo mi niña.

Mi Alí.

Mi Alí Cuevas

Mi Alí Dessiré

Mi Alí Dessiré Cuevas

Mi Alí Dessiré Cuevas Castrejón.

Te amo