Sunday, July 10, 2005

GUERRA EN LA PUERTA

Para Andrea Sweeney y los profes del British Coincil en estas horas complejas

No sé si las cosas tenían que ser así, pero me queda en claro que ahora el mundo se las tiene que arreglar en un mundo donde todos tenemos que ver el estado del terrorismo como antaño mirábamos el estado del tiempo. Me da muchísima pena saber que después de años de guerra contra el terrorismo las cosas no están muy lejos de donde comenzaron.

Evidentemente habrá quien diga que las cosas podrían haber sido mucho peores de no haber lanzado Occidente una ofensiva contra los terroristas. No lo sé, pero lo que me queda claro es que aún falta muchísimo tiempo antes de que podamos cantar victoria y presumir que vivimos en un mundo más seguro.

Quizá me lea un poco alarmista y amarillista, pero es un hecho que vivimos ahora una guerra que no tiene fronteras y cuya victoria parece más incierta que nunca. Después de que los británicos sufrieron una oleada de ataques terroristas, al igual que los terremotos; ahora vivimos bajo la amenaza de las réplicas. Y sin ser analista militar o cosa por el estilo, quisiera señalar un asunto. Aunque los gobiernos gritan que las cosas están bajo control y que los atentados no son más que estertores de los terroristas en fuga, el hecho es que estamos ante una crisis de consecuencias inciertas ya que con el paso de las horas conocemos detalles inquietantes.

El hecho que los indicios señalen que los terroristas no hayan muerto durante los ataques es prueba de que los criminales tenían un conocimiento vasto que sólo da una estancia prolongada en la ciudad, amén de que esto indica que están en posibilidad de llevar adelante más operativos terroristas. El uso de explosivos militares también es una señal de que se tiene un considerable conocimiento de estos materiales, por lo que se puede especular que los sistemas de entrenamiento de los terroristas prosiguen con una capacidad operativa considerable.

Aún más. El haber realizado este atentado sin que los servicios de inteligencia del Reino Unido (afamados por su eficacia) se hayan enterado de lo que iba a suceder habla de una perfeccionada capacidad de operación encubierta. El que casi a media semana de ocurridos los hechos no se tengan pistas que lleven a los responsables del atentado habla de que la eficacia de los asesinos se ha perfeccionado incluso al momento de armar sus mortíferos artefactos sin falla y sin que nadie los haya detectado.

Finalmente, la última de las pistas que sale a la luz y que se refiere a que la responsabilidad de los atentados recae en personas de nacionalidad británica. Este punto denota una extremada delicadeza debido a que los sistemas de control de migración para detener terroristas foráneos han quedado absolutamente inutilizados por lo que ahora se abre el camino para que los gobiernos aprieten el cerco ala poblacion civil, sometiéndola a estrictos controles.

El propósito de todo terrorista (interrupir la vida cotidiana de los ciudadanos inocentes) ha sido cumplido a cabalidad y aunque los británicos han recuperado buena parte de sus espíritu de sobrevivencia que data de los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, queda claro que esta guerra contra los terroristas no se ha detenido y quizá apenas estemos en el quicio de una nueva escalada de consecuencias desconocidas.

Ya en el terreno de la política, estos atentados y el clima de inseguridad presentan un escenario desconocido (y poco agradable) para el gobierno de Tony Blair. Con esta escalada violenta, el movimiento popular en contra de la guerra en Irak puede volver a hacerse presente, dadas las condiciones de inseguridad que pueden atribuirse a la participación del Reino Unido en la invasión a Irak. Desafortunadamente a estas alturas del partido con un avispero tan embravecido, no queda duda de que la guerra se extenderá por el mundo sin que alguien pueda hacer algo real por detenerla.

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