Tuesday, September 11, 2007

EL TERROR QUE NO VEMOS

Oculto por los desmadres de la vida cotidiana, los mexicanos pasamos un lunes de actos terroristas sin que alguien se espantara. Quizá por el cansancio de tantas lluvias (que incluso suspenden los partidos de la Selección Mexicana) pasamos de largo algo que en otros países hubiera hecho saltar las alarmas: en apenas unos minutos estallaron media docena de artefactos explosivos en instalaciones de control de ductos de Pemex.

Es preocupante que nadie se haya dado por aludido. Hace apenas un par de semanas, un artefacto explosivo fue colocado en el estacionamiento de la Torre Mayor de la Ciudad de México sin mayores problemas y sin que los sistemas de seguridad del inmueble lo previnieran. Y hace apenas un mes tuvimos una ronda similar de atentados en la región central del Bajío mexicano.

¿Por qué ocurren estos atentados? Quizá la respuesta yace enterrada en los círculos más herméticos de los sistemas de seguridad mexicanos y en la oscura guerra de la que los civiles sólo nos enteramos cuando cosas así suceden. Sin embargo, me preocupa que en esta onda de la normalidad, yazca la amenaza de un atentado de mayores dimensiones que cobre víctimas civiles y que devenga en una masacre de dimensiones nunca vistas.

Por casualidad o fortuna, los terroristas sólo han atacado objetivos alejados de centros de población y en el caso de la Torre Mayor el dispositivo sólo se mantuvo como una suerte de petardo amenazante, pero me pregunto, ¿por cuánto tiempo se mantendrá la cosa así?, ¿cuántos atentados sucederán hasta que por casualidad o premeditación caigan los primeros muertos?

En realidad no lo se, no me lo imagino y no me lo quiero imaginar, pero cada que camino entre las atestadas banquetas del Eje Central Lázaro Cárdenas o entro en cualquier estación del Metro, no deja un escalofrío de recorrerme al pensar en que quizá sin querer estamos invitando a la catástrofe con nuestra indolencia de la vida diaria.

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