No sé cuantos de ustedes lo hayan padecido, pero una migraña es algo espantoso. Ayer en la tarde, después de dos años y medio sin visos de ataque... ¡zaz! Un aura justo en la fila para pagar la comida... apenas pude pagar y de camino a mi casa comencé con los síntomas asquerosos... el aura que no te deja ver, las lucecitas zigzagueantes, la luz que poco a poco se hace más y más intensa para llegar al punto en que comienzas a sentir como si la masa encefálica comenzara a soltarse de sus amarres para flotar libre y dolorosamente dentro del cráneo.
Y allí terminó todo. Ni siquiera le pude contestar el teléfono a Pas (sorry Pasqui) de lo mal que me sentía, ni siquiera pude levantarme de la cama, ni siquiera pude cenar o u oler la comida. Tan sólo el aroma del arroz frito me dió unas nauseas que me marearon. Como suele suceder en estos casos, el dolor de la migraña no me dejó mas remedio que tumbarme en la cama bajo un dolor espantoso que a veces solito me despertaba.
Apenas ayer domingo las cosas se pudieron componer un poquito, después de dormir casi 14 horas continuas y un breve desayuno de fruta, un poco de jugo de mandarina y algo mas sustancioso. Apenas hoy en la noche he podido tomar el teclado después de pensármelo mucho. Al fin y al cabo esto es lo único que le da sentido a mi vida y con lo único que puedo contar. Fuerza he de necesitar a veces para iniciar la semana.
Espero a ustedes les pinte mejor la cosa.
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