Friday, June 23, 2006

TIRANDO LA TOALLA

Pues bien señoras y señores, estamos a punto de llegar al final de la casi eterna contienda electoral, pero como sucede con las buenas obras de teatro, el nudo argumental se encuentra lo suficientemente enredado para que todos contengamos el aliento. Sin embargo, desde la casa presidencial de Los Pinos al parecer ya están curándose en salud por lo que puede venir.

Nombrar a Cuauhtémoc Cárdenas como organizador de los festejos del bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución considero que fue un reconocimiento tácito de que su partido no sobrevivirá las siguientes elecciones y en lugar de echar mano de algún patriarca panista, sino que prefirió hacer de Cárdenas el hombre que a lo largo del siguiente sexenio le será una especie de piedra en el zapato al Peje presidente.

De hecho, el que el mismo Cárdenas haya accedido a que Fox (un panista que siempre repudió) le hiciera esta encomienda, habla de las expectativas que el mismo alberga: sabe que a medida que pase el tiempo, su puesto cobrará relevancia y se convertirá en una suerte de contrapeso contra el poder que seguro el Peje tendrá el gran placer de ejercer a conciencia.

Así pues, con un acto mínimo (como diría Borges, echando una gota de agua al mar) Fox, en uno de sus quizá inexistentes momentos de astucia política, se prepara para hacerle las cosas difíciles al Peje, poniéndole su más acérrimo rival dentro de su propio equipo y a forzarlo a hablar con el, a acordar cosas con el, a ceder cosar hacia él. Un papel que al Peje nunca le ha gustado y que ahora tendrá que llevar a cabo por más dicha o desdricha que presente.

Apunte casual: El niño verde a las puertas de Los Pinos
Fue un encuentro totalmente desagradable, saliendo de la estación del metro Constituyentes (que forma parte de mi recorrido hacia la editorial para la que trabajo) me encuentro con que no puedo cruzar el puente previo a Los Pinos por el que suelo evadir las ríadas de furiosos coches que impunemente se pasan por los huevos el semáforo que está allí puesto, a las puertas de la casa presidencial.

Pues sí señores. El bloqueo tenía como motivo una trinchera elevada por guardias presidenciales debido a que el nene verde se encuentra haciendo un plantón en la explanada de la estación del metro. Y me lo voy encontrando, desparpajado concediendo una entrevista con su cara de fuchi, acompañado por algunos de sus canchanchanes en lo que el sol de la tarde terminaba de broncearle un lado de la barba a medio crecer (supongo que para hacer patente su indigencia huelguística).

Un poco asombrado de toparme así con el presidente de un partido político en una faceta que más que compasión despierta ganas de mentarle la madre, escuchaba un sonido de fondo, una especie de ronquido persistente. Pues bien, el señor tiene una planta de energía eléctrica a pocos metros de su plantón, supongo que para no perderse los partidos de la selección nacional en pantalla de plasma (que no vi, por cierto).

Mejor aún, preocupado por la salud de su intestino grueso, el tal niño verde se las arregló para rentar varios baños portátiles, pero no tuvo ni siquiera la decencia de cubrir que uno de los trailers dice ni más ni menos que “baños de lujo”, así, sin el menor deseo de limitarse nen nada. En los periódicos he leído que ese pequeño lujo le cuesta al Partido Verde (y por antonomasia a nosotros) miles de pesos al día. Yo no sé como es que alguien puede creer que este partido defiende las causas ecologistas cuando emplea sin mayor empacho una planta de energía eléctrica propulsada a diesel o sanitarios que emplean químicos para tratar sus desechos.

Apunte casual 2: la maestra en el Presidente
Yo no creía en la existencia de monstruos hasta que me topé con la maestra Elba Esther Gordillo a unas mesas de distancia en el lobby del hotel Presidente Chapultepec. Fue como encontrarme con un calamar gigante, restirado y de piel brillante. Cuidada por un escuadrón de guardaespaldas y rodeado de un séquito de maestros (eso supongo) que llevaban y traían papeles en presurosa sucesión.

Definitivamente un horror.

Apunte pambolero: victoria a la mexicana
De inmediato lo sentí cuando salí a la calle después del vergonzoso partido que México jugó contra Portugal. No hubo festejantes, ni personas mentándose festivamente la madre en nombre de la Selección Mexicana (¿por qué lo escribo en mayúsculas?) ni claxons haciendo patente su entusiasmo. Esta fue una victoria de horror. Que la afición mexicana ni siquiera hubiera querido salir a gritar un ¡viva México cabrones!, da una idea muy clara de lo que sucedió en el partido: los traumas nacionales a flote.

Ahora, con un partido frente a Argentina, los ánimos son poco festivos y en el corazón de la afición, en vez de la victoria, se espera una muerte rápida e indolora, que de preferencia nos evite la desgracia de pasar una vez más por agonía de los tiros penales, que al parecer ya se volvió el castigo designado por los diseñadores del Infierno para encerrar en él a los mexicanos pecadores.

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