Para Pasqui, que te recuperes rápido y la banda también.
Para Luis G., felicidades por la paternidad.
Pues si, yo siempre me he mantenido al margen de la euforia pambolera. De hecho, ese deporte me causaba muchas molestias en mi niñez, cuando por obra de la transmisión de los partidos de la primera división, me quitaban mis sesiones de caricaturas. Era un horror.
Actualmente, el soccer me sigue valiendo madres del mismo modo que sucedía cuando era escuincle. Sobre todo, ahora que con el paso del tiempo me he dado cuenta de que los fanatismos que despierta no sólo son inútiles sino que nocivos. Es conocido el caso de dictaduras como la argentina y nuestro nacionalista ogro filantrópico, que sacaron provecho de mundiales y selecciones para crear una cortina de humo frente a diversas atrocidades. Incluso dos países centroamericanos, El Salvador y Honduras, se enfrascaron en una guerra (así como lo oyen, una guerra con tanques y todo) debido a un resultado desfavorable durante una eliminatoria mundialista allá en la década de 1960.
Sin embargo, debido a que el tema del deporte de las patadas se ha convertido en un asunto casi de seguridad nacional (desde los candidatos a la presidencia y hasta el círculo rojo en pleno no cesan de hablar del tema), y estimulado por una conversación con un querido editor, me veo obligado a dar mi opinión pambolera en pleno.
En lo personal, creo que, para variar, la Seleccion Mexicana se está dejando llevar por el inmoderado optimismo que le es común en estos casos. De una manera injustificada ya se hacen (como cada cuatro años) cuentas alegres y se espera que lleguemos mínimo a la segunda ronda. Como efecto colateral, los comerciantes se han lanzado al abordaje de la suculenta presa mundialista y no cesan de aprovechar la devoción por la camiseta tricolor para vender de todo: desde televisores y sistemas de TV de paga, hasta bebidas energizantes (nomás faltan los condones tricolores).
Yo no se de dónde salió la idea de que la seleccion jugara una retahíla de partidos de entrenamiento allá en las Europas. Si lo que se deseaba era foguear a la selección, más bien la están incinerando en leña verde. Con la derrota gris contra Francia, el ánimo nacional está de capa caída, y sin siquiera comenzar los partidos oficiales, ya han surgido broncas con el entrenador de la selección y a lanzarse mentadas transatláticas entre jugadores. Eso claro, antes de otro partido contra Holanda, que seguramente será otro parto de los montes.
Como suele suceder en estos casos, ya se prepara el escenario conocido de nuestra participación mundialista (que por cierto, se asemeja mucho a nuestro ciclo político): expectativas más allá de lo humanamente posible, que al ser echadas por tierra, generan el deseo azteca por sacrificar en el altar de Huichilobos a los jugadores de la selección en pleno. Y creo que, considerando que los jugadores de la selección son tan mexicanos como nosotros, es injusto pedirles el milagro de que hagan milagros, siendo que cargan a sus espaldas los traumas de más de 130 millones de connacionales (contando a los mexicanos en Estados Unidos).
Apunte político: por mi raza hablarán las bigotonas
Sólo en México pasan cosas así, un cantante llamado Tiziano Ferro se avienta la puntada de decir que no encontró mexicanas de su agrado porque vio puras bigotonas que no le llenaron el ojo. Punto y aparte de la validez de su dicho (nomás recordar que uno de nuestros íconos femeninos, Frida Kahlo solía lucir con gran orgullo su mostacho), la reacción nacional sorprende por lo pueblerina y traumatizada.
Una asociación gremial de intérpretes ha declarado que impedirá que el tal señor Ferro actúe en el país por sus declaraciones mexicanas. Un locutor mañanero por poco y llama al linchamiento del cantante de marras, acusándolo de antimexicano y usando como pieza de artillería el viejo argumento de que “si no le gusta el país, ¿para qué viene?”. Inclusive una especie de ONG dedicada a juntar a las mujeres feas del país, se siente compelida a decir que defenderá de la ofensa extranjera del extraño enemigo que se atrevió a poner en entredicho la mítica (y en ocasiones hercúlea) belleza mexicana.
Yo pienso que esto sólo denota nuestras inseguridades mentales. Cuantas veces hemos hablado de otras nacionalidades con gruesas mofas y adjetivos. Desde los aparentemente inocentes chistes de gallegos-argentinos-chinos, pasando por las cotidianas mentadas de madre frente a nuestros gringos vecinos. El grupo Molotov ha escrito canciones bastante agresivas (remember, pinche gringo puñetero) y hasta hoy no se han oído reclamaciones; para nuestra fragilidad mental basta un empujoncito para que se desmonore cual si fuera turrón.
Y así queremos ganar el Mundial.
2 comments:
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