Saturday, May 14, 2005

LA BROMA

Así es, todo es en broma en estyos días, la nación anda embromada, la gente está maravillada con la idea de que le tomen el pelo desde el amanecer hasta el ocaso. Broma lo que se dijeron en el Instituto Electoral del Estado de México cuando hablaron de sabrosas transas. De broma ¡hombre! cuando Vicente Fox critica el populismo mientras a su siniestra su mujer se dedica a repartir sonrisas, algunas computadoras y miradas pizpiretas, esto también Sr. Presidente lo habremos de pagar nosotros, queriéndolo o no.

¿Más bromas? El Peje, el Secretario de Gobernación y el antecandidato Felipe Calderón Hinojosa embroman con sus relojes; si el país está en paz, próspero y podemos darnos el lujo de hacer bromas, de sonreir plácidamente ante las ocurrencias de nuestros políticos que abandonan el escenario el camionetas último modelo.

Es más, lo inimaginable; los zapatistas andan de broma proponiendo juegos con equipos de la primera división de Italia mientras la dignidad llega después de tanta y tanta brega. De broma estamos todos y sólo nos queda rezar porque el próximo estreno de Star Wars no sea una broma también.

Muy bien, ya terapiado de las bromas sigo con un comentario personal.

En estos días me he puesto a leer un libro de Martin Amis llamado Koba el Temible donde hace un análisis biográfico de la locura de José Stalin. Y en verdad que su locura era ilimitada; ordenaba asesinatos a toda hora y por cualquier motivo, no le importó matar de hambre en un año a 5 millones de ucranianos y crear las condiciones para que más de 20 millones de personas murieran durante la Segunda Guerra Mundial. A tal punto destruyó su país que Rusia pierde desde hace 20 años población debido a la miseria, la enfermedad y la locura en la que hundió la nación que debía dirigir (y eso que el hombre murió en 1953.

Esto me llevaa reflexionar sobre los regímenes que tratan (bajo la bandera que sea) de totalizar la voluntad popular. Al proponerse a sí mismos constituir el modelo absoluto dedecisión eliminan la posibilidad de cuestionar o poner en tela de duda cualquier cosa que uno discrepe. El problema es que, a la hora de la hora la voluntad popular queda determinada por algo peor que una encuesta: la voluntad de unos cuantos, que en no pocas ocasiones (Pol Pot, Stalin, Hitler, Castro, Mao, Mugabe, Perón, et al) terminan siengo uno sólo que ante sí se encuentra con un poder cercano a lo infinito. El resto está en los libros de historia, pero vale la pena tenerlo siempre en mente.

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