Sunday, March 11, 2007

HOMENAJE A ROBOTECH

Haciendo un paréntesis en los debarayes sentimentales con los que me he enfrascado en los ultimos días, quisiera hacer una confesión de mi más profunda niñez: Robotech cambió mi vida.

Hace unos días me enteré de que la serie de Robotech se está pasando por cable (canal Retro, 200 de Cablevisión en la Ciudad de México) remasterizada y semirestaurada. Por ello esta noche me preparé en un receso de mi tormenta laboral de fin de semana (disculpen muchachos, ya no llegué al Negro José) y con un tazón de palomitas me puse a ver los primeros capítulos de la saga. Debo aclarar que la serie es original de 1985 y calculo que la vi por primera vez en 1988 cuando llegó a la programación del canal 5 en las tardes y un servidor tenía 12 años de edad.

Hasta ese entonces, aunque era un asiduo consumidor de caricaturas (especialmente a Bugs Bunny junto son sus especiales de música clásica) y las animaciones de cajón de Disney, así como algunas caricaturas del país del sol naciente: Candy Candy (sí, lo admito, algunas veces me puse a llorar con las desventuras de la guerita en el hogar de Poni) y otra cuyo nombre no recuerdo, pero en cuya trama participaban dos personajes llamados Ken y Genio, este último un obseso de las hamburguesas sin pan.

En esas andábamos cuando llegó Robotech. Era simplemente abrumador: la tercera guerra mundial, una nave espacial de un kilómetro de longitud, una raza de alienígenas de 10 metros de alto, aviones que se transformaban en robots, una isla teletransportada, una flota de miles de naves espaciales de combate, misiles que se lanzaban en todas direcciones… todo eso nomás en el primer capítulo.

Para la mente de un niño, todas esas cosas a la vez eran inimaginables. Pero había más. Un chico enamorado de dos chicas a la vez. El mismo chico enamorado de una mujer mayor. Una pareja interracial (cosa que ni siquiera he llegado a volver ver en la televisión nunca más) y varias parejas interespecie (no se espanten, no salió nada de cuatro patas) con todo e hijos. Un capitán que comete severos errores que le cuestan la vida a cientos y miles de personas. Activismo antibélico. ¡Desnudos! Una especie de incesto en segundo grado (un primo enamorado de su prima). Ingeniería genética. Videojuegos. Terraformación. La destrucción del planeta Tierra por una flota de más de 4 millones de naves, un megacañon láser de 5 kilómetros de ancho y una canción que cambia el curso de una guerra.

Me supongo que los responsables del Canal 5 no tenían mucha idea de lo que estaban transmitiendo en su barra de la tarde ya que la historia, además de su alto grado de complejidad, tenía a su favor las herramientas de la animación japonesa, por lo que las batallas aparecían en todo su veloz esplendor, las naves de combate se transformaban en cuestión de segundos en robots y en batallas llenas de destellos y de misiles de racimo en la velocidad ruidosa (e imposible, ahora lo sé) del espacio exterior.

Me quedé enamorado de la serie.

Y me enamoré de Lisa Hayes (y su cabello anaranjado en dos megarizos). Toda mi infancia pedí infructuosamente que me regalaran un Varitech de combate. Me emocioné cuando Rick Hunter estuvo a punto de besar a Minmei. Me puse a llorar con la muerte de Roy Fokker. Me enternecí con el nacimiento de la hija de Max Sterling y Miriya Falina y hasta hoy es que no he podido olvidar la última secuencia de la primera parte de la serie. Pinche Rick... ¿por qué no te quedaste con Lisa?

Mi fascinación con la serie me persiguió muchos años más tarde. Las primeras cosas que bajé de Internet (de un servidor ftp sueco a través de una terminal Unix) fueron imágenes de Macross (la versión original y japonesa de Robotech) y de la nave SDF-1. Allí fue donde me enteré de la realidad de Robotech, que era el pastiche de tres series japonesas que no tenían nada que ver entre sí y que por la filibustería de la empresa gringa poseedora de los derechos fue que se pegaron bajo el mismo nombre (los primores que conté sucedían en la primera parte de la serie) por lo que la serie después de un apoteósico primer segmento, desvariaba la trama en la segunda parte y se terminaba de deformar en una tercera parte sin pies ni cabeza que concluía de forma anticlimática con una especie de rizo rizado que no llegaba a ninguna parte y dejó a los teleespectadores tristes y enojados pero… ¿a quién reclamarle?

Pero el amor no decayó con los años y como sucede con los amores verdaderos, dejó huellas. Cuando comencé a trabajar en el periodismo, decidí (entre otras razones) que si la tecnología era capaz de crear cosas tan monumentales como el universo Robotech, yo quería ser testigo y escribir sobre ello. Y aquí me tienen, casi dos décadas después viendo la misma serie. Debo admitir que temía que con el paso de los años, la serie me iba a decepcionar pues con la edad la ingenuidad queda atrás y uno comienza a buscar y encontrarle grietas a la pared.

Por supuesto que hay algo de ello: la serie tiene un doblaje que no es el original, la animación que me parecía impresionante ahora la veo acartonada y rústica, los colores están deslavados y por supuesto que la trama muestra las huellas de una edición de historia malhecha. Pero, ¿saben? La trama posee el mismo punch que cuando la ví por primera vez hace ya casi 20 años y ahora pienso que dicha trama tenía elementos que aún me parecen de avanzada… como el tratamiento de las relaciones amorosas como un algo complejo y nada feliz y las consecuencias del uso irresponsable de la tecnología.

Gracias Robotech por haberme dado las mejores horas de mi niñez.

Y para terminar, otro homenaje, pero cantado, para ooootra serie inmensa del imaginario infantil de un servidor. La Princesa de los Mil Años. Sólo diré que ver la serie de principio a fin me tomó 10 años de vida y joderle docenas de sábados a mis sufridos padres.

Sueño que sonriente vienes hasta mí,
tus largos cabellos brillan como el sol,
figura frágil.

Tus profundos ojos se posan en mí,
si son tan hermosos por qué tristes están,
dime tus penas…

La felicidad está en tu resplandor,
me hablas del amor que irradia de tu ser
y al viento con pasión,
quisiera gritar…

Eres la leyenda de la eterna juventud,
rayo de luz,
mi fantasía,
vuela sin temor…

Ven a mí,
que por mil años te amaré,
por favor,
princesa ven,
dame tu amor.

Ay Karlita… amor fugaz de secundaria.

1 comment:

Anonymous said...

jajajaja huevos guey!!! no sé si fue para mi, pero me puse el saco de tu última línea... si fue por mí huevos!!!!
jajjaa

un abrazo carnal!