Monday, March 19, 2007

SEXO CON ROBOTS... PROBABLEMENTE SI

Leo con atención un artículo algo viejo de The Economist, donde un tal Henrik Christensen menciona que para el inicio de la próxima década, los seres humanos estaremos teniendo relaciones sexuales con robots, lo cual atraerá cuestionamientos éticos sobre la forma en la que interactuamos con la tecnología.

Aparentemente esto le sonará extraño y hasta un poco indecente a mucha gente. Sobre todo porque las imágenes que la ciencia ficción nos ha regalado de los robots no son muy seductoras que digamos. Salvo la enigmática María de la película Metropolis y la bella Priss de Blade Runner, los robots suelen ser objetos metálicos, quizá muy útiles para combatir en guerras o para construir cosas... pero poco sexis, y a decir verdad, nada atrayentes para meter nuestros apéndices reproductivos.

¿Alguien querría encuerarse frente al T-1000 o a C3PO?

Sin embargo, pensando un poco más en el asunto, creo que la humanidad, a quererlo o no, ya está preparada mentalmente para dar un paso así. Las muñecas inflables dan el mejor testimonio de que el sexo sin interlocutores no es problema alguno desde el punto de vista del usuario. En una época donde el VIH, el VPH (virus del papiloma humano, pues) y el estado mental que nos hace temer de cualquier contacto humano (sea en la oficina por miedo de acosar o ser acosado sexualmente, sea en algún entorno social por temor a ser víctima de algún delincuente sexual o de los comunes, y en todo lugar el terror a caer en alguna celada violenta y chantajista) nos orilla cotidiadamente a echar mano de acciones como el cibersexo y el ligue virtual con el fin de paliar las carencias afectivasy eróticas que se han vuelto moneda común en esta sociedad tecnologizada.

Sin embargo, la cosa no será fácil y echar mano de máquinas semiconscientes para tener relaciones sexuales tendrá consecuencias. Por principio de cuentas, las máquinas pueden desarrollar fuerzas mecánicas muy superiores a la que poseen los seres humanos. Así que, algún fanático del sexo rudo con máquinas bien podría terminar masacrado a manos de su máquina del placer, por lo que su diseño y mecanismos de control deberán asegurar el mayor placer con el mínimo daño. Esto sin contar las nefastas consecuencias de disponer tecnología que nos haga más llevadera la vida en soledad, sacándonos de la circulación social.

Peor aún, en un mundo donde los seres humanos tienden a aislarse de su entorno (desde el uso masivo del iPod hasta el surgimiento de condominios horizontales y demás formas de vida sin contacto con los demás) harán que mucha gente prefiera tener en el armario un robot que convivir con una pareja humana con la cual se pueden tener sexo... pero también demandas económicas, afectivas, amén de problemas cotidianos como los ronquidos o escasos hábitos de higiene... y mucho me temo que de verdad habrá quien esté dispuesto a pagar el precio. Una vieja historia pero con una

Así que, cuando lleguen los primeros robots eróticos a los estantes (y seguramente a precios poco accesibles), que nadie se extrañe de hallar en la fila de compradores a vecinos, amigos, familiares... y probablemente a uno mismo.

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