Monday, August 17, 2009

VIVIR DE PRESTADO

Los años por venir no serán los mejores.

Al menos es el horizonte económico que se vislumbra por todos lados. Se termina el petróleo, se acaban las reservas. Vienen años complicados, donde los ingresos se verán más y más disminuidos, donde la gente tendrá que rascarle más y más al fondo de las cazuelas.

Sin embargo, aunque el panorama es terrible, creo que las consecuencias más duraderas son las que menos vemos. La crisis del 95 le hizo un daño tremendo a la clase media, arrasando buena parte de sus expectativas y además, creando una generación de niños y adolescentes metidos en un ambiente económico difícil donde mirar el futuro era mirar un abismo.

Así fue como mi generación vivió la crisis. Aún muchos de mis amigos (y un servidor) recuerdan a sus padres llegar abrumados, sin trabajo y con familia para mantener. Y las consecuencias de ese entorno económico no fueron mejores: divorcios, separaciones, fragmentaciones familiares. Amigos de mi padre que murieron de infartos o pares de mis amigos que se volvieron literalmente seres marginales, incapaces de hacerse de un empleo, de ganarse la vida. Lisiados económicos.

Una década más tarde, ahora quienes rondamos la tercera década de vida miramos cómo una vez más se derrumba el panorama económico. Sin embargo, con las defensas de la crisis anterior ya sabemos más o menos cómo van a estar las cosas y actuar en consecuencia: no comprometernos, no casarnos, no tener hijos; vivir con lo mínimo pues.

Sin embargo, no dejo de pensar en mis primos, quienes ahora se encuentran como yo lo hice una década atrás: rumbo a un horizonte oscuro. Quién sabe las huellas que dejará esta crisis en sus personalidades, no puedo siquiera imaginar lo que pasará cuando el futuro les convierta en adultos y como yo, tengan que poner en la congeladora cualquier cosa que no sea la subsistencia más inmediata.

Una pregunta que tendrá muchas implicaciones para el futuro. Una sociedad con menos seguridad económica, sin oportunidades de empleo, presa de una educación aún dogmática, ¿cómo se comportará?, ¿qué cultura engendrará?, ¿qué tipo de política practicará?

Son preguntas alrededor de las que me da miedo reflexionar.

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