Eso sucederá muy probablemente en el año 2010. Y digo muy probablemente porque siempre cabe la posibilidad malsana de que la vida depare una de esas nefastas trampas y me caiga un piano encima durante alguna celebración familiar. Pero lo importante aquí es que en el año 2010 estaremos celebrando dos centenarios: el bicentenario de la Independencia mexicana y el bicentenario de la Revolución Mexicana. Auguro desde ahora que entre septiembre y noviembre de 2010 tendremos muchas muchas pachangas.
Sin embargo, más allá de lo que pase en mi vida para entonces, lo cierto es que el 2010 será un año de corte de caja donde se pondrá el balance de lo que este país ha sido y dejado de hacer en los últimos doscientos años. Y la verdad es que eso podría no pasar de un mero asunto académico, de no ser porque, al menos en lo que respecta a lo que pensamos como patria, es que el país nomás no se halla.
Dejemos por un momento los problemas políticos y las interminables crisis económicas que periódicamente nos atenazan. Si pensamos, por un momento en la clase de país en el que nos hemos convertido en los últimos tiempos, al menos valdría la pena perder el sueño un par de noches. Con un país que padece la lenta pero inevitable sangría hacia los Estados Unidos; una patria mexicana envuelta en una crisis permanente de identidad y que no puede mantener siquiera a su población lo suficientemente feliz como para no partir rumbo al incierto norte.
Peor aún; la identidad del país está desperdigada después del final de la égida del discurso revolucionario. En un mundo globalizado y donde se puede saber lo que sucede en cada segundo en cualquier parte del mundo, resulta que los discursos sobre lo mexicano no han podido evolucionar de los previsibles clichés del sombrero de charro y del plato de tacos. Me parece triste que, habiéndose convertido la patria mexicana en un ente tan complejo que a mismo tiempo puede albergar las tradiciones más profundas junto con las expresiones estéticas más avanzadas, sigamos creyendo que el país es aquel ente, descrito por López Velarde como patria "alacena y pajarera".
Si no mal recuerdo, el último intento de poner a tono la mexicanidad con los tiempos ocurrió a mediados del siglo XX cuando poetas como Octavio Paz; filósofos como Samuel Ramos, Jorge Portilla y José Gaos e historiadores como Daniel Cosío Villegas sacaron bisturí para abrir la dura piel mexicana y ver lo que tenía por dentro. Encontraron en lo general una nación de raíces profundas pero que también albergaba profundas vulnerabilidades que, de no ser remediadas (en la década de 1950) podrían derivar en una crisis mayúscula de consecuencias impensables.
Cumplido ese término en esta década, se puede ver hasta qué punto la nacionalidad mexicana vive vulnerada en todos los lados, siendo quizá el más doloroso el de los millones de mexicanos que con su huída votan por una mejor vida, aunque sea en tierra ajena.
No quisiera pasarme el resto del presente texto quejándome de la incierta suerte de lo que nos espera o de los nubarrones que se ciernen sobre nuestro cuerno de la abundancia, pero es preciso hacer una reevaluación de lo que significa ser mexicano en tiempos de la hamburguesa, del DVD, de Internet; de la difusa y confusa democracia que teóricamente disfrutamos.
APUNTE POLITICO
La Maestra Elba Esther juega quizá su última mano de baraja en estos días. Acicateada por la desesperación de ver su cabeza en la cesta de los decapitados luchará con la espada desenvainada hasta su último aliento. Del lado de lo que fue su partido, su antiguo aliado se coloca la armadura para combatirla antes de que el alba reviente sobre el campo de batalla. Quizá en las residencias de ambos se velan las armas de una guerra que se vislumbra crudelísima. La salida del sindicato de maestros de la órbita priísta puede ser la estocada definitiva que le de muerte a la bestia del antigüo régimen. Y no crean que me alegra mucho este veredicto. La caída del viejo régimen ha traído un cúmulo de problemas que han repercutido en la viabilidad del país. La destrucción del PRI por mano de sus guerras intestinas lo único que me augura es la regresión a una especie de Edad Media política donde veremos el regreso de los caciques regionales (como sucede ahora en Oaxaca) que lucharán por volver a tiempos ancestrales, así como una vuelta de tuerca que haga más pesada la ya de por sí convivencia de los mexicanos.
APUNTE POLITICO 2
Santiago Creel vencido por un taco de pescado. Los reportes de su temporal retiro de la justa partidista por una intoxicación me suena a lo que hizo Fox hace algunos años cuando, al borde de una decisión en el Consejo de Seguridad para definir el caso jurídico que llevó a la guerra en Irak, nuestro presidente se hospitalizó en lo que la decisión se cocinaba junto con la ira de W. Bush. Algunos pensamientos inquietos: la revista Quién reportó hace algunas semanas que Creel se separó de su esposa. Un debate de precandidatos donde se presentó como una persona en condiciones físicas poco propicias y para colmo hace unos días terminó barrido en la primera ronda de elecciones para candidato del PAN por un contrincante al que no tuvo la delicadeza de tomarlo en serio sino hasta que la ola se lo llevó. Como dice una prima mía (que apenas tiene 3 añitos): malo, malo, malo, malo.
APUNTE PERSONAL
Hermana del otro lado del espejo: lo quieres todo, pero la verdad es que no todo se puede en la vida. Es una lección dura pero es mejor que la aprendas tan rápido como te sea posible y con ella puedas salir de tu marasmo.
APUNTE PERSONAL 2
Y te vas justo el día en que naciste, que por cierto fue un día muy telúrico. Dejas más cosas que un pedazo de tierra. No lo sabré mejor, pero al menos podré decir que algunas palabras han viajado junto con ciertas imágenes y que a las alas del avión debes agregarle las alas con las que te acompañaré sin que las veas en la próxima estación de tu viacrucis.
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