Friday, September 23, 2005

LA CAIDA DEL HALCON TRICOLOR

Antes que nada quiero agradecerles a todos aquellos que me felicitaron por el libro que ahora (espero) andará rodando por las estanterías de las librerías, espero que con muy buena fortuna.

Ahora bien, pasando a los asuntos nacionales, lo sucedido el día de ayer con el fallecimiento del Secretario de Seguridad Pública; Ramón Martín Huerta ha sido una de esas cosas de la vida que ponen en duda la inexistencia de la mala suerte.

Casi a un sexenio de haber sido creada, la Secretaría de Seguridad Pública, con todo y su nombre importante, no ha podido hallar su nicho en la estructura del gobierno nacional. En el papel era la secretaría preeminente en cuestiones de seguridad pública; en los hechos tuvo que disputar su primacía desde el primer momento cons instancias como la Procuraduría General, el Ejército y las fuerzas de seguridad de las que cada estado de la Federación dispone. Para remediar un poco este problema, desde el Poder Ejecutivo se integraron diversas fuerzas del orden desperdigadas en el organigrama del gobierno federal como la Policía Federal de Caminos, la Policía Federal Preventiva, la Policía Fiscal y las fuerzas encargadas de la seguridad en los penales federales del país.

Peor aún, las divergencias personales entre los encargados de la seguridad pública en el país (aunado a la creación foxista del puesto de Consejero de Seguridad Nacional por encima de todas las instancias de seguridad) terminaron por crear una hoguera de vanidades donde las animadversiones entre los encargados de mantener a flote el buque debilitaron la estructura de la organización de la seguridad en el país. En tal sentido, la Secretaría de Seguridad Pública no pudo cristalizarse como una organización vertebradora de las estrategias de seguridad pública en el país.

Aún más, las nuevas tareas que se le encomendaron a esta secretaría determinaron coyunturas de peligro para el buen nombre del gobierno federal. La fuga del Chapo Guzmán de un penal federal de alta seguridad y el linchamiento de dos agentes de la Policía Federal Preventiva en un barrio periférico de la Ciudad de México crearon la imagen de una Secretaría de Seguridad Pública dubitativa e ineficiente a la hora de resolver problemas de seguridad. Pero que no se piense que esto es un rosario de culpas sin final. Se sabía (y al menos el primer encargado de esta secretaría, Alejandro Gertz, lo señaló en muchas ocasiones) que la estructura de la Secretaría de Seguridad Pública no estaba diseñada para operar complejas operaciones de mantenimiento de la seguridad pública y su papel era más bien el de coordinar a las demás instancias policíacas.

Demasiado pequeña para poder incidir en la política de seguridad y demasiado grande para pasar desapercibida, la secretaría pasó por momentos difíciles. Por tal motivo el presidente Fox colocó en este puesto a quien, de seguro consideraba como una de las personas más inteligentes en su entorno cercano. Ramón Martín Huerta. Desafortunadamente, de el sólo puedo recordar la disputa que tuvo con el ahora precandidato al gobierno capitalino, Marcelo Ebrard por el asunto de los policíás federales linchados ya que argumentaba que sus policías no fueron debidamente protegidos, mientras que Ebrard le acusó de haber realizado actividades no autorizadas en su feudo.

En fin, ahora el secretario ha fallecido inesperadamente, y lamentablemente el presidente pierde a uno de sus hombres más cercanos y de sus amigos más queridos. De un golpe de la mala fortuna (hasta que no se demuestre lo contrario), la Secretaría de Seguridad Pública quedó descabezada en apenas unos cuantos minutos y quizá ya sea demasiado tarde como para que se pueda hacer algo útil allí.

APUNTE PERSONAL
Comenzamos el otoño, el primer día de viento frío y sol radiante se dejó sentir. Lo que me encanta de estos otoños es lo paradójico de percibir el frío bajo el fondo del cielo azul, una descarga de optimismo en la antesala de una de las épocas más sombrías del año.

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