Tenía ganas de hablar de la política (y vaya que hay tema), pero lo pensé mejor y prefiero hablar de algo más mundano: el "comeback" de la Trevi. Gran ícono de la década pasada con sus berridos contestatarios y sus ropas deshilachadas (que arrancaban no pocos suspiros) despertaron la admiración incluso de personas tan incombustibles como Carlos Monsiváis y Elena Poniatowska, quienes le cantaron las loas y la elevaron a los altares de las mujeres que no se dejan madrear por la adversidad (una especie de Sor Juana que gustaba de mostrar los calzones).
Desafortunadamente tras bambalinas la cosa era muy distinta. Sometida a los caprichos y designios de un tipo sacado de un libro de patología psicológica, Sergio Andrade la sometió a ella y al serrallo de chicas que le acompañaban a un tratamiento que hasta al Marqués de Sade le enchinaría la piel. Después vino Brasil, la cárcel y los rigores de la vida en el encierro y de ser la madre de un bebé nacido tras las rejas también.
A la Trevi la liberaron hace unos meses y ella peripuesta se lanzó a la aventura de recuperar el tiempo perdido. Desafortunadamente el tiempo no pasa en balde y las niñas que antes le vitorearon ahora lo piensan dos veces antes de echarle flores. Los intelectuales mejor hicieron ojo de hormiga y se han ocupado de defender políticos en la hoguera. Incluso el nicho de mercado que ella abrió (una chica que canta y dice lo que siente sin tapujos) fue llenada por una generación de cantantes con las mismas ganas de echar adelante al género femenino, pero más jóvenes y politicamente más correctas.
De la cantante de pelo suelto y demás rolitas, sólo le queda una dura ascensión hacia la fama perdida, pero con el pasado que se carga (y las revelaciones de los libros que se hicieron para cobrar los agravios y los secretos de su vida bajo Andrade que se mantendrán como minas en el camino de su vida) será una ascensión muuuuuuy tortuosa.
No comments:
Post a Comment