Tuesday, August 14, 2007

LA PIEDRA QUE FALTABA

Para la Oja, de entre tantas cosas que quedo a deber.

Se habla mucho de la belleza del mar, de la violencia del mar, de la majestuosidad del mar, de la eternidad del mar. Sin embargo yo le hallo otra virtud poco conocida. Su persistencia.

Camino por la playa y me encuentro con la arena. Arena hecha de piedas y de conchas, pulverizadas lenta pero inexorablemente. Arena cocinada en agua lenta. Este país de Panamá no padece huracanes u otras calamidades climáticas. El agua tranquila golpea como un tambor incesante las piedras. Estas no pueden resistir y a la larga se rompen. Primero un pedazo, luego dos, luego multitud. Cada vez más pequeños y anónimos (aunque es raro hablar de piedras con identidad).

Vivimos sobre piedras, todos lo sabemos. Por eso mismo el mismo concepto de un moridero de piedras es extraño, es raro y peculiar. La existencia del ser humano ni siquierea alcanza a comprender la muerte de una piedra, su machacamiento por el mar.

Y es preciso decir que tampoco se alcanza a comprender el mar. Rítmico y cadencioso (naturaleza engañosa de ciertas mujeres también) el mar o destruye todo, nos destruye con su peso líquido. Octavio Paz llevó una ola para convivir con ella pero no pudo llevar la relación demasiado lejos: escurridiza y sentimental, la ola se convirtió en asesina y suicida (naturaleza engañosa de ciertas mujeres también) y tuvo que sacarla de su lecho, no sin dolores inasibles de por medio.

Así, vivimos sin comprender la naturaleza de las fuerzas que nos mueven. No comprendemos el dolor lento de la roca ni la cantarina fuerza destructiva del mar. No compendemos aquello que nos rebasa, no comprendemos aquello más grande que nosotros. No comprendemos aquello más pequeño que nosotros. No comprendemos gran cosa.

¿Qué es lo que sí comprendemos? Comprendemos el olvido de no tomar la piedra a tiempo para llevarla hacia su destino.

1 comment:

El Ojo said...

Hermano al otro lado del espejo... buena, buenísima manera de manifestar el olvido...

jajaja muy a su estilo, como siempre. Entre gitanos, así sea.