Sunday, April 08, 2007

CUANDO FUI ZENTRAEDI

Sí, no me da pena admitirlo, cada capítulo que vuelvo a ver de la caricatura de Robotech, se me develan aspectos de los que no era consciente pero que alteraron de forma irremediable la vida que tendría más tarde. Y lo digo sin pena, con la sabiduría de que con los años que han pasado y no sin la sorpresa que acompaña el que descubra cosas como las que a continuación diré.

Como muy pocos saben, mi adolescencia la pasé en una escuela católica para varones, donde aprendí buena parte de las mañas que ahora despliego a la hora de arreglármelas con la vida. Y una de las características de aquella parte de mi vida era la incapacidad para comprender lo que significaba el sexo opuesto.

Encerrado en las clases de religión y la incógnita del sexo opuesto, dedicaba mi tiempo a la contemplación protoreligiosa (que nadie se ría por favor) y a la comprensión de la vocación escritora que en aquel entonces hacía erupción de la misma manera que un brote de acné, es que me encontraba.

Y en esas andaba cuando aparece Robotech, con una curiosa raza de personajes extraterrestres llamados Zentraedi, dominados por un alma guerrera y un perfecto desconocimiento de lo que era el amor, el sexo, la reproducción y hasta lo femenino. Una raza que a medida que pasa la serie se va quedando cada vez más fascinada con lo que los humanos poseen del diario: relaciones de pareja, noviazgos y romanticismo (sólo para no olvidarlo, en aquel entonces yo tenía 13 años).

Pues bien, me imagino que inmediatamente me identifiqué con esa raza de extraterrestres aislados de sí mismos y en cierto modo condenados a la soledad de la guerra contra lo que se les pudiera enfrente. Me quedé fascinado. No podía creer que existieran seres vivos que pese a tener el poder de destruir planetas, fueran literalmente impotentes ante la imagen de un beso o de una pareja caminando tomada de la mano.

Ah... tiempos de adolescencia.

Supongo que en la inocencia que se me cuarteaba en aquel entonces fue que me topé de frente con realidades que no podía comprender, pero que se prefiguraban difíciles y complicadas. Quién lo diría, de la mano de extraterrestres con la misión de borrar el planeta Tierra del mapa.

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