Thursday, April 05, 2007

LAS 4 MIL CAMARAS DE MARCELO

Entre la semisemana laboral que transcurre, una noticia apareció medio dispersa entre los noticieros: el Gobierno de la Ciudad de México en conjunción con una empresa china crearía una red Internet inalámbrica con cobertura en toda la ciudad. Mañosamente, el boletín de prensa cabecea con la siguiente frase, "Desarrollarán GDF y la empresa china ZTE red inalámbrica de internet para la ciudad".

Sin embargo, al leer el boletín, de lo que se habla es que esa red no sería en primera instancia de uso público, que sería empleada por las instancias de gobierno de la ciudad (oficinas y escuelas) y para, ojo, conectar una red de 4 mil cámaras de video que distribuirá a lo largo y ancho de la ciudad para la prevención del crimen.

Lo repito con letra: cuatro mil cámaras.

Y esta es la nota. Como parte de las iniciativas de gobierno que propuso en su campaña por la jefatura de gobierno Marcelo Ebrard, una de ellas era fortalecer el sistema de videovigilancia de la ciudad. Es temprano para saber las consecuencias de esto, pero me parecen sumamente ominosas: poco a poco nos estamos convirtiendo en una sociedad videovigilada donde nuestras acciones y movimientos son seguidos por quiensabequién bajo ninguna regulación ni restricción ni política de confidencialidad.

Nomás como ejemplo: ¿bajo qué regulación Televisa tiene el derecho de retransmitir en su noticiario matutino la señal de la red de cámaras de tránsito del gobierno capitalino?

Nomás por poner una muestra, de acuerdo con el reporte de un organismo ciudadano inglés Londres tiene una red de aproximadamente 400 mil cámaras de video funcionando tanto por parte de las autoridades como por particulares que las instalan para proteger su propiedad o la honestidad de empleados y clientes, sin que nadie se de cuenta o sin alguna garantía de protección a la intimidad.

Y no es algo privativo de la ciudad de México. En el municipio mexiquense donde vivo cada noche pasa por encima de mi casa, lentamente, un helicóptero con luces proyectores que apuntan a casas y calles para, como dice mi señora madre, vigilar que nada malo nos suceda. Y eso que pensábamos que la novela 1984 de George Orwell era un debraye.

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